Hoy momentos en la vida de cualquier ser humano que, de forma irremediable quedan grabados dentro de tu ser, algo que me sucedió a mi días pasados cuando acudí a dicha ciudad en calidad de invitado para dar una conferencia taurina con motivo de su XXIV Semana Cultural Taurina. Se trata de una tierra hermosa a la que conocía de paso pero que, adentrándome durante varios días en dicha ciudad quedé fascinado con sus gentes.

Cartel de la Semana Cultural de Tomelloso
Huelga decir que la Semana Cultural resultó todo un éxito en todos los órdenes; el bien hacer y mejor actuar de los componentes del Club Taurino lograron un éxito sin precedentes. Pude ver a unos hombres apasionados en su quehacer, con una dedicación absoluta que, inevitablemente, les abocó al éxito. Trabajando de aquel modo, no podía ser de otra manera.
Allí estuvimos para hablar de toros con aquellos aficionados admirables que, para nuestra fortuna, secundaron nuestras ideas e incluso la filosofía general que rodea a la fiesta e, incluso, a sus propios detractores. Claro que, como no podía ser de otro modo, nosotros hicimos causa común con el arte, justamente, para lo que allí habíamos llegado. Hablamos, conversamos, atendimos a todos los aficionados y, al final, la felicidad era absoluta.
La primera premisa de todo evento que se precie no es otra que la publicidad de la misma y, lo confieso, Tomelloso estaba impregnado por todas partes del cartel anunciador de los actos, algo que se veía desde lejos; digamos que pude ver cientos de carteles esparcidos y expuestos por toda la ciudad, algo que era el reclamo más bello para que los aficionados allí se personaran.

Disfrutando con un elenco de amigos admirables
El cartel anunciador, bellísimo de por más, era la figura mítica de Manolete, obra del pintor BERNAR que, por cierto, expuso su obra con gran éxito. Se pasó un reportaje cinematográfico del monstruo de Córdoba, Manolete, cuya aceptación resultó admirable. Nuestra humilde palabra quedó sellada en el Aula de Cultura de la localidad mientras que, al día siguiente, en el Teatro la Banda de Tomelloso nos deleitó con un sublime concierto de pasodobles taurinos, dejándonos a todos con la miel en los labios.

La Edad de Oro del Toreo, la obra cumbre de Bernar expuesta en Tomelloso
El fin de fiesta resultó apoteósico con una cena de gala para todos los invitados y, ante todo, por el numeroso público que quiso sumarse al evento. Allí estaba la flor y nata de la ciudad, empezando por los componentes del Club Taurino, auténticos adalides de la Semana Cultural y, como no podía ser de otro modo, hasta la señora alcaldesa, doña Inmaculada Jiménez, aficionada a los toros y, como me contaron, mejor persona que, por todo lo que pude saber, para fortuna de los tomelloseros, tienen alcaldesa para rato. Enhorabuena por ello porque, en los tiempos que corremos, hablar de política y que un político sea honrado y capaz es casi un milagro y, en Tomelloso, lo que digo es una realidad.

La plaza de toros de Tomelloso, propiedad del pueblo que la construyó
Aquella semana Cultural no podía acabar sino que, rociada por el arte. A tal efecto, tras la cena, tuvimos la dicha de escuchar las canciones de Fermín Román, un tomellosero que lleva muchísimos años en Ibi pero que, tras tanto tiempo entre nosotros, conserva el arraigo popular en la tierra que le vio nacer. La llamada canción española, en la voz de Fermín Román se torna una delicia para el alma. Fermín conquistó con su voz, pero ante todo con el sentimiento que le pone a sus interpretaciones que, a altas horas de la madrugada la gente seguía disfrutando de su arte.
Luego, pasear por la ciudad es un remanso de paz. Más tarde, si visitas el Museo López Torres es cuando ya te quedas embriagado por todo el arte que allí se ha vertido con la obra de aquel hombre genial cuyo legado, más tarde lo consiguió el que es su sobrino, el genial Antonio López de nuestra actualidad.
Su plaza de toros es un monumento al bien hacer y mejor construir porque, como se sabe, es patrimonio de la ciudad, no en vano la construyeron sus propios vecinos acarreando piedras durante largos meses para que, ahora, los que la visitamos nos quedemos embelesados con aquella obra, producto de un trabajo incansable y de un amor desmesurado hacia la fiesta de los toros. Justamente, en las dependencias privadas de la plaza se instaló el museo taurino que tiene el Club Taurino, un remanso de paz del que disfrutan a plenitud sus componentes y aficionados, un lugar que pudimos visitar en varias ocasiones para compartir con aquellos aficionados nuestro ramillete de ilusiones al respecto de la fiesta de los toros.

Fermín Román, el artista invitado que enardeció a los asistentes
Mi gratitud para el Club Taurino de Tomelloso, para todas sus gentes que, entre todos lograron que me sintiera mejor que en mi propia casa. Y digo El Club Taurino de forma genérica porque no quiero olvidarme de nadie al respecto. Ya, de forma personal, te encuentras con Pablo Ortiz, el director de la Revista Pasos y tienes la certeza de haberte encontrado con el mundo de la cultura al más alto nivel; o cuando conversas con Luís Antonio Perales Casajuana, un aficionado cabal, docto en materia, en la que fuere, razones que me hicieron sospechar que me encontraba en el lugar adecuado y en el momento preciso.
Inolvidable mi estancia en Tomelloso que, si Dios así lo permite volveré para reunirme una vez más con el arte. Si se me permite confesaré que no tengo nada de artista como es obvio, pero sí me fascina vivir muy cerquita del arte. Y en Tomelloso, el arte se pasea por las calles de la ciudad en innumerables facetas.