En el día de ayer entregó su alma a Dios, en su rancho de Aguascalientes, el diestro Miguel Espinosa Armillita, todo un referente para el toreo mexicano que, durante tantísimos años enardeció a los aficionados de todo el mundo. Al parecer, el diestro hidrocálido arrastraba una lesión coronaria desde hace tiempo que, al final ha acabado con su vida. Una pena que, un hombre tan joven, 59 años, se nos haya marchado tan pronto.
Es cierto que Miguel nos esperará porque allí iremos todos, pero si somos sinceros debemos de convenir que solo mueren los seres anónimos; en realidad, ni los anónimos mientras tengan alguien que les recuerde. En el caso de Armillita sabemos que no veremos nunca más su imagen, pero todos le recordaremos con sumo cariño puesto que, su arte ha quedado para siempre en las filmotecas del mundo. Como diría Facundo Cabral, al final mueren todos, menos los artistas puesto que la inmortalidad de sus obras les deja vivos en el recuerdo de todos. Y, como sabemos, Armillita era un gran artista que nos ha dejado un legado importantísimo.

Miguel Espinosa Armillita en una de las conferencias en que participó
Miguel Espinosa ha sido, sin lugar a dudas, el diestro que más veces toreó en el Embudo de Insurgentes, sin duda, su plaza carismática, la que tanto le consintió y, sin duda, la que más gozo de su arte. Pero no era La México solo puesto que, Armillita era el consentido de todos los estados mexicanos puesto que, difícilmente podremos encontrar una plaza azteca en la que el diestro hidrocálido no conquistara con su arte.
Es cierto que en España no pudo lograr lo que en México tanto le sobró, pero le bastaron algunas lecciones sublimes para demostrar la grandeza de su toreo, entre otras plazas en Barcelona, Salamanca, Madrid y algunos sitios más que no recuerdo ahora con exactitud. Si es cierto que, al margen de todo, cosas del destino, Armillita se consagró en Madrid en el festival homenaje a Julio Robles que, tantos años después, todos recordamos aquella memorable faena con la que conquistó a Las Ventas para siempre. Por cierto, como me comentaba un compañero mexicano en estos días, Isidoro Cárdenas, todavía, a estas alturas, conversaba Miguel Espinosa en su rancho de Aguascalientes la crónica que brotó de mi humilde persona, la que tiene enmarcada en su casa, algo que decía todo a favor del diestro mexicano.

Armillita en uno de los últimos festivales en que actuó
Otra anécdota hermosa que conservo de la persona de Armillita no fue otra que, en su día, hace pocos años, cuando Sergio Amézquita, su biógrafo hizo el libro, MIGUEL, AL NATURAL, Miguel le pidió a su biógrafo que fuera yo el que hiciera el despeje de cuadrillas, es decir, el prólogo para tan bellísimo libro que cautivó a todo el mundo dada la prosa poética de Amézquita basada en el sublime arte de Miguel Espinosa. Ufanamente debo de confesar que, tan celebrado hecho me llenó de satisfacción puesto que, la primera figura del toreo mexicano repara en un español humilde como es mi caso para prologar su obra, mi dicha no pudo ser mayor.
Ahora, Miguel descansará en paz porque Dios así lo ha querido. Pero nos ha dejado su obra inmortal, la que recordaremos a diario porque su arte será eterno. Como sabemos, gracias a la técnica por aquello de la filmografía, Armillita vivirá eternamente y, lo que es mejor, a diario podremos seguir extasiándonos de lo que fueron sus bellas faenas, tan intensas como inolvidables.
Se nos ha ido un grande, es cierto; pero mucho más grande es su obra, la que nos ha dejado para que jamás podamos olvidarle. Allí, en el ruedo celestial, Armillita seguirá impartiendo sus bellísimas faenas, las que serán aplaudidas por ángeles y arcángeles puestos que, todos, a coro, festejarán junto a Dios aquello de tener un gran artista en el Cielo.