México y los países caribeños, han sufrido los embates de la naturaleza, a través de terremotos y de huracanes y, por ello, deseo en esta ocasión, llegar con mi solidaridad para con todos los ciudadanos que fueron afectados por estas catástrofes, sobre todo, en el país azteca, con el que me une una relación íntima, ya que, al momento, mi hija mayor Cristina vive en la capital mexicana pero, gracias a Dios, no le ha ocurrido nada, salvo el susto que pasó durante los sismos y, el temor lógico, cuando se ha pasado por esos graves momentos.

Desde que yo era un niño, a mediados del siglo veinte, a mi país Ecuador, llegaban películas y las inolvidables rancheras, para la distracción de todos; ya que, hubo que esperar muchos años, para que por primera vez, llegaran las películas y música americanas. Además, durante esos años de niñez, cuando comenzaba con mí la afición al mundo del toro bravo, llegaban también pocos toreros españoles pero, muchos más, desde México. Es decir, también la influencia mexicana me llegó al alma, al haber podido mirar en los ruedos ecuatorianos, a antiguos toreros aztecas.

Debido a la cercanía con México, he tenido la oportunidad de visitarlo en múltiples ocasiones, incluso hace unos cuatro años, cuando visité a mi hija Cristina, en su primera estadía en ese gran país y, en igual forma, tuve la oportunidad de conocer y compartir momentos gratos, con Nadlleli Bastida, compañera de OyT en la ciudad de México. Con ella, junto con mi hija, tuvimos la oportunidad de visitar la plaza más grande del mundo, durante el encajonamiento de los astados para una novillada al medio día y, presenciar la misma, en horas de la tarde. Han pasado algunos años y, por lo que conocemos en todo el mundo, se han suspendido las novilladas que en esta época se realizan en el país azteca y, por el contrario, se está utilizando, para poder organizar la recepción y la entrega de ayuda a los damnificados.

Encajonamiento en la plaza México

En México, que es cerca relativamente de Ecuador, tienen la oportunidad de visitarla los novilleros ecuatorianos, ya que, en España, existe mayor dificultad para que ellos traten de llegar a ser matadores de reses bravas. En la tierra de los mariachis, con la ayuda de novilleros mexicanos y la de varios ganaderos, ponen todo el esfuerzo posible, para prepararse de la mejor forma, para actuar en tan difícil profesión. Muchos de ellos, posiblemente, solo escucharon su nombre y, pese a ello, han tratado de emular a una gran figura del toreo ecuatoriano de la primera mitad del siglo XX, como fue Edgar Puente, a quien todos lo llamaban, como “El Chulla Quiteño”; y, que fue en México donde triunfó. Cuando él ya se había retirado de la actividad como torero, pude verlo torear en algunos festivales de matadores de antaño, que se realizaban en el país y, poco antes de su muerte, tuve la fortuna, de tenerlo durante cinco años, como mi comentarista, cuando yo relataba las corridas desde varias plazas de toros del país y del extranjero, a través, de la ya desaparecida Emisoras Gran Colombia, durante la famosa feria taurina “Jesús del Gran Poder”.

Edgar Puente “El Chulla Quiteño”

Voy a aprovechar, para hablar de ese querido amigo, ya fallecido. Edgar Puente Giacometti “El Chulla Quiteño”, nació en Quito, el 22 de mayo de 1924. Tomó la alternativa en México, el 21 de diciembre de 1947. Su padrino fue Luis Procuna y su testigo Antonio Velásquez, lidiando reses de la Ganadería de Zacatepec. Su confirmación fue en Las Ventas de Madrid, el 27 de mayo de 1948. Su padrino fue Mario Cabré, el torero poeta, músico y pintor y, su testigo fue Julio Pérez “El Vito”. Cortó una oreja. Lidiaron astados de la Ganadería de Atanasio Fernández.

Llegó a México, en abril de 1947 y debutó en la Monumental, alternando con Ramón López y Jorge Medina, novilleros punteros mexicanos de ese entonces. Decían los revisteros taurinos mexicanos, que Edgar tenía “porte, valentía y arte” y, lo describían, como “joven garboso, delgado, con un físico y una cara de torero caro”. El 10 de agosto de ese año, en la novillada “Independencia de Ecuador”, alternó con Joselito y Rafael Ozono. Cortó dos orejas. “Ecuador tiene ya una figura”, era lo que escribían los cronistas taurinos. Alternó con Alfredo Leal, Paco Rodríguez, Pepe Luis Vásquez, Memo Camacho, entre otros.

Se cortó la coleta, en una corrida de la feria “Jesús del Gran Poder” en Quito, en el año 1965, alternando con Raúl García y El Calesero. Tuvo un hijo y un nieto, que también fueron amantes de la fiesta brava, e intervinieron en ella, como novilleros. Su nombre fue como el de su abuelo. En ese entonces, se realizaban festejos taurinos en todo el terruño ecuatoriano, cuando en ella, existían presidentes inteligentes que, pese a que a algunos no les gustaba la fiesta brava, siempre respetaron a sus conciudadanos que si la amaban, dentro de un marco de total libertad. Así era Ecuador y todos anhelamos que vuelva a ser nuevamente como antes. Aunque, eso sucederá, solo cuando dejen de aparecer los “seres raros”, como yo los llamo, a los antitaurinos, animalistas y, politiqueros “fantoches” que se hacen llamar, del socialismo del siglo XXI. Dios mediante, pronto podremos asistir los domingos, a las 12h00, a las corridas de la feria taurina “Jesús del Gran Poder”, en la Monumental Plaza de Toros de Quito, después de todo, soñar no cuesta nada. ¿Verdad? Ojalá la naturaleza no continúe con más daños hacia estos pueblos maravillosos.