En España, cualquier bobo que se hace famoso no se le ocurre otra cosa que tocarnos los cojones a las gentes de bien, en este caso, a los aficionados a los toros. Es el caso de un ignorante llamado Dani Rovira que, al parecer, la fama le ha enloquecido. Se trata de un actor mediocre que jamás alcanzará el rango de Paco Rabal o Alfredo Landa, dos monstruos de la escena y el teatro que, para nuestra dicha, no se metían con nadie; y no quiero acordarme de José Bódalo puesto que, si lo comparamos con el tal Dani Rovira, la cosa suena a sacrilegio.
¿Qué le imputamos al tal Rovira? Sin duda, su menosprecio a la fiesta de los toros, su cariño hacia el animal; sí, Rovira es de los que dice que no quiere que un animal sufra, algo que está en su derecho. Pero lo que no caben son las contradicciones en un individuo que pregone una cosa y haga todo lo contrario. El tal Rovira anuncia caldo de gallina que, según él, está riquísimo. Claro que, dada su filosofía al respecto de los animales, barrunto que las gallinas se las come vivas, no puede ser de otro modo.

Cara de gracioso si tiene, ¿verdad? Lo dificil es que se ría nadie con él
No nos rasguemos las vestiduras porque, en la actualidad, la moda entre tantos imbéciles famosos y nuevos políticos, no es otra que atentar contra la fiesta de los toros. Esa corriente mortecina que les arrastra, al parecer, les hace felices. Y quieren ser protagonistas por esa cuestión. Es cierto que, la mayoría de los actores de cine, no sé las razones, casi todos son contrarios a la fiesta de los toros; no tienen motivo alguno, pero se dejan llevar porque la moda así lo demanda.
Como dije en muchas ocasiones, la falta de respeto que tenemos en la sociedad actual es la que nos está abocando al abismo. Ahora, actores y demás gentecillas, todos tienen un dictador dentro, hasta el punto de querer imponer sus leyes sin respetar lo que piensan los demás. Tengo la sensación de que esta corriente de imbéciles que pulula por España, parecen todos dirigidos por Nicolás Maduro, el más grande dictador de izquierdas que hemos conocido. Para toda esa gentuza, la única razón es la de ellos; si a ellos no les gusta la fiesta de los toros, hay que erradicarla. ¿Qué hacemos, Dani Rovira, con los veinte millones de personas que todos los años acuden a las plazas de toros? Según vosotros, debemos de quedarnos sumisos y abandonados a nuestra suerte ¿verdad?
Como Dani Rovira los tenemos a montones. Ellos critican a la fiesta de los toros, firman donde haga falta para que ésta desaparezca. ¡Hostias, podían hacer lo mismo con el cine! Mientras que la fiesta de los toros no le cuesta un solo euro al Estado español, es decir, de los impuestos que pagamos todos los españoles, mientras eso ocurre, el mismo Estado que nos niega el pal y la sal a los aficionados a los toros, vacía sus arcas a favor de los actores para financiar auténticos bodrios de películas. Eso sí, actores y los de Podemos, todos unidos, están a favor de que “papa” Estado siga subvencionando esa auténtica basura de películas que, sin dicha subvenciones, esos actores estarían todos trabajando en la obra, cosa difícil hoy en día dada la falta de construcción.
Mundo raro el nuestro, personajes siniestros como Dani Rovira son los que nos quitan las ilusiones de todo tipo. Sí, porque mientras ese chico ha tenido éxito en aquella película llamada OCHO APELLIDOS……., un sainete en toda regla pero que, como sabemos, no lo escribió don Carlos Arniches puesto que, ambos films de idéntico nombre, lo que se dice gracia, para mi desdicha, no se la vi por ningún lado. Eso sí, el Rovira, hace de graciosillo que, tras conocer su identidad, de gracioso tiene poco; más diría de funesto puesto que, un tipo que odia a la fiesta de los toros y hasta se avergüenza de ser español, la cosa tiene bemoles.
Si tan mal se siente el muchacho entre nosotros, lo que no entiendo es qué coño está haciendo en ese país que le ha hecho famoso, que muchos le veneran hasta el punto de anunciar caldo de gallina. Lo dicho, vete Rovira, nadie te echaremos de menos. Pero vete lejos puesto que, para nuestra desdicha, la opinión de un famosillo puede hacer mucho daño porque, dada su popularidad, muchos imbéciles les creen y, entre todos van tejiendo una tela de araña muy difícil de romper. Por cierto, el otro día leí en el Newyork Times que están buscando titiriteros. ¿A qué esperas para irte? Seguro que es tu gran oportunidad y, como sabes, allí no tienes que perder tiempo contra los toros.