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JUAN MORA: Ni se compra… ni se vende |
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Los ecos que nos han llegado desde Melilla se sintetizan en esa frase que encabeza el titular.
Apenado por no haber podido estar en Melilla, a la que tanto acudí por motivos laborales en el pasado siglo, me alegra saber que, una vez más, dictó una de sus lecciones de torería… a las que nos tiene tan acostumbrados aunque, de no poder verle en las plazas, le habíamos perdido la costumbre.
 Juan Mora: Ni se compra... ni se vende Ni él se vende ni nadie nos lo vende, léase empresarios raquíticos de afición y sensibilidad. Fiel a sí mismo, el torero de Plasencia sigue paseando la torería que tanto les falta a quienes si anuncian a diario. Con la de él se podían cuajar y administrar unas cuantas figuras del toreo a las que se les adjudica errónea, y malintencionadamente, tal virtud.
Juan no se vende, hay constancia de ello, y de ahí sus pocos contratos y si no se vende en sus honorarios, mucho menos lo hace delante del toro. Ahí nada se adultera, todo fluye natural, tan natural como es el toreo que, al parecer, se ha quedado ya solamente para los paladares más exquisitos de entre los aficionados. Embruteciendo al resto de aparentes aficionados se va llenando el cesto de la mediocridad al mismo tiempo que se le va dando generoso oxígeno a la decadencia de la Fiesta. Ahí estamos y de ahí no se apean quienes dirigen, mal dirigen, esto.
Pero si Juan Mora no se vende, lo que él nos presenta y nos hace revivir, las poquísimas veces que hay opción para ello, es imposible comprarlo. Puedes tirarte viendo ferias enteras y por más que pagues en localidades no llegas a comprar, siquiera un poquito, de su innata torería. Y es que el toreo fluye como el agua clara en los riachuelos, mucho antes de que les llegue la contaminación, misma que le llega al toreo actual, pudriendo la belleza y naturalidad en zafia componenda, que como mucho la podríamos llamar técnica… al servicio de su ejecutor, nunca del toreo ni de la autenticidad.
Juan Mora ni se compra… ni se vende y así ha sido en Melilla, donde ni se le pudo comprar con una oreja, por la que tanto suspiran cada día los que dicen llamarse toreros, ni se vendió por tan poco. Torear es alcanzar un estado superior y en llegando a él los despojos son sólo eso, despojos. Lo que se vive, y cómo se vive, toreando no lo pueden compensar unos órganos sanguinolentos.
Bien por Juan Mora o, lo que es igual, bien por el toreo. Tan es así, que un torero recuperado para la causa de la torería, Antonio Ferrera, también valoró que salir en hombros es otra forma material sin ningún valor añadido cuando se tiene la oportunidad de salir a pie. Eso sí, junto a quien representa tanto de esa torería que él ha abrazado recientemente.
Todo eso ni se compra ni se vende. Nuestro aplauso más sincero.
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