Tras la vacante que dejara en la presidencia del Club Taurino de Alcoy, Rafael Ribelles Bonifacio, ha accedido, a dicha presidencia, el ilustre catedrático de literatura, Adrián Espí Valdés, toda una institución en la vida social alicantina y, de forma concreta, en Alcoy, la ciudad que le viera nacer.
Hablar de Adrián Espí es, inexorablemente, hablar de cultura y de arte y, nadie mejor que él para ostentar dicho cargo puesto que, los toros, pese a muchos, serán el más fiel estandarte de la liturgia taurina en donde, además de crear arte, se muere de verdad. Presagio los devenires de este hombre al frente del Club Taurino de Alcoy y, mi dicha, es especial; saber que, dicho club, queda en manos tan relevantes, nosotros, como aficionados y miembros de dicho ente taurino, sentimos una dicha especial y mágica.
Espí Valdés ostenta la cátedra de literatura en la universidad de Alicante aunque, en honor a la verdad, toda su persona es un monumento al arte; en todas las facetas, por supuesto. Adrián Espí es un hombre sabio para dicha de todos los que le amamos y, ante todo, para todos los que le tratan y le gozan, tanto en su trabajo como en su vida diaria. Todo un lujo para el Club Taurino de Alcoy que, una vez más, ahora en la faceta taurina, Adrián Espí, como digo, volverá a ser profeta en su tierra.
De este hombre se podrían escribir miles de páginas, labor que, la historia, en su devenir, hará justicia al paso de los años. Pero no es menos cierto que, ahora, tras su cargo como presidente del club al que tanto ama, es justo reconocer su valía y, a su vez, cantársela al mundo puesto que, tamaño lujo, no nos lo damos todos los días. Adrián Espí Valdés adornará, con su presencia, a este legendario club y, sin lugar a dudas, trabajará con denuedo para que, los éxitos, sean una constante en el ente que preside. Tras sus primeras declaraciones como presidente, su énfasis y su meta, no son otra cosa que, además de promulgar por el mundo la fiesta de los toros, intentar, en la medida de sus posibilidades y poniendo toda su fuerza, lo que Alcoy reclama como nadie: tener una plaza de toros. Convencido estoy que, en aquellos años en que la piqueta asesina derruyó la plaza de toros de Alcoy, de haber estado este hombre en el lugar que ahora ocupa, jamás se hubiera demolido dicho inmueble taurino. Intereses creados en aquella época produjeron aquella catástrofe taurina puesto que, en honor a la verdad, la afición de Alcoy ha sido algo admirable a lo largo de la historia; supieron entregarse a sus toreros, empezando por los innumerables novilleros que nacieron a la vera del Serpis y, terminando por el matador alcoyano, Andrés Coloma “Clásico”.
Lo mejor de Adrián Espí es su propio convencimiento en todo aquello que tiene proyectado llevar a cabo; y no se trata de locura alguna, como de ningún proyecto irrealizable: Alcoy puede y debe tener plaza de toros, es el sentir de toda la afición y, por supuesto, la noble idea del señor Espí y, su ilusión por llevar a cabo. Pueblos de muchísima menor entidad que Alcoy han logrado su plaza de toros, por ello, no estamos hablando de utopías en esta hermosa ciudad industrial. Convencido estoy de que, a poco que le dejen campo de maniobra, Adrián Espí, logrará hacer realidad lo que ahora es el sueño de esta afición admirable.