S.I.17.- Una tarde más y una menos podría ser el titular más simple y más sombrío de esta tarde pero, finalmente, lo hemos sustituido o lo hemos tenido que sustituir a causa de los acontecimientos.

De gris plomo venía vestido Perera en la tarde de hoy. Por cierto un color poco habitual en sus vestidos o quizá único. Y así daba comienzo el festejo, plomizo, como tantas otras tardes, pero que en esta ocasión era de plomo y oro. El pacense andaba por allí como si la cosa no fuera con él, dando vueltas, sin definir cuál y cómo iba a ser su faena, dudando y no encontrando toro por ningún lado. Malo, la tarde era e iba a ser como el vestido, de plomo. Pesada y de plomo.

Poco cambió con la actuación, o la no actuación, de este López Simón de 2017 que en nada se parece, ni por asomo, al que hizo partidarios suyos hace un par de años. Como si su libreto se hubiera cerrado por agotamiento o por falta de recursos para presentar otro que interese al personal. La tarde seguía de plomo, cuando los cuerpos en 21 tardes ya están para pocos trotes.

Salió el tercero y ¡Oh! pesaba más de 600 kilos, con lo malo que es eso para el taurinismo; en concreto 639 kg. Imposible que se pudiera mover con esos kilos suele ser la letanía que nos cuentan aquellos que desconfían de los hombres grandes como si todos tuviéramos que pesar 60 kilos para ser buenos, pues los hay que pesan 90 y son gente noble, trabajadora y de orden. En los toros se les suele negar esa posibilidad a éstos, a los que llaman peyorativamente elefantes. Para más inri era manso de solemnidad. Tras de varios intentos de Roca Rey en otros terrenos se impuso el del toro, los toriles y allí mismo le hizo por aquí y por allá, no crean que nada de toreo de muchos kilates, y le cortó una oreja. En las mismas barbas del Rey Emérito, al que había brindado. La maldición de los 600 erraba.

El siguiente mejoró el peso, 640, y se movía mucho más que los novillos de ayer por poner un ejemplo. A Perera le cambió la cara y hasta el color ‘pesado’ de su vestido y se hizo ligero. Le endosó varias series de mérito y al de los 640 kilos le cortó otra oreja. La maldición se ridiculizaba de forma consecutiva.

Tito Sandoval se llevó la ovación de la feria

Para no hacer ascos el siguiente era de 649 y resulta que también se movía y no vean cómo. Protagonizó un tercio de varas emocionante aunque no bravo, derribó primero y después se le señaló un puyazo, eso sí, muy bien, y Tito Sandoval, su picador, recibió, seguramente, la ovación más fuerte de la feria. Tras Tito se hizo el vacío de las ovaciones. El toro a la voz de ya se prestaba a la muleta de López Simón. Qué pasó? pues que el de Barajas pone interés pero ya nada es como antes, enseguida se precipita, se embarulla y termina por aburrir al toro y a los espectadores. Hasta aquellos a quienes ganó en su día hoy le ven perdido y sin alma. Lo que ha perdido es la posibilidad de cortar trofeos como sus compañeros. En esta ocasión, además, le sonaron los pitos.

En resumen, lo que iba de gris plomo se arregló cuando llegaron los de los más de 600, que concluyó con el puyazo de Tito Sandoval. Tras de ello volvió de nuevo, casualidades, sin el toro de 600 kilos, el gris plomo.

Foto: Plaza 1