Ni la mismísima feria de Madrid, la que lo eclipsa todo, ha logrado que los aficionados recordemos esta fecha especial en la que, el pasado año, por estos días, un mexicano ejemplar entregaba su alma a Dios. Parece que fue ayer el suceso; el tiempo es inexorable y, repito, todavía tenemos en nuestro ser la bella sensación de todo lo que compartimos con Rodolfo Rodríguez El Pana, una persona tal cabal, tan auténtica y tan llena de magia como torero y como persona que, pasarán mil años y generaciones venideras le seguirán recordando cómo lo hacemos nosotros, sus coetáneos, a los que tanto nos estremeció.
Este era El Pana, un tipo irrepetible en la calle y en los ruedos
De El Pana se ha escrito mucho y, lo que todavía queda por narrar. En mi caso, de forma humilde, el personaje, el torero, hasta me incitó para novelar su vida en aquel libro que narré en torno a la vida y obra del mago de Apizaco, una novela que Rodolfo pudo leer y con la que se estremeció. VA POR TI era su título y, en realidad, iba por él, por el diestro más carismático de México que, junto a nosotros, en España, supo estremecernos.
En los ruedos, El Pana estremecía como vengo diciendo; pero en la calle, cuando era Rodolfo Rodríguez, sin más aditamentos, cautivaba por completo; El Pana tenía el don de la palabra como hombre y la magia irrepetible como torero. Él solía decir que se desdoblaba; que una cosa era Rodolfo y otra muy distinta, El Pana, el personaje que según él había creado para deleitar a los aficionados. Claro que, “ambos”, conjugados, regalaban ilusión para dar y tomar.
El Pana, como siempre, incalificable
El pasado año, por estas fechas, lloró México; pero para su dicha, España se vistió de luto por su persona. No podía ser de otro modo. En los últimos años, como sabemos, El Pana pasaba más tiempo en España que en México, de ahí la tristeza que los aficionados pudimos sentir. Tratarle era amarle; esa era la grandeza de Rodolfo Rodríguez El Pana que, cualquiera quedaba cautivado a su lado.
La cogida, como sabemos tuvo lugar en Ciudad Lerdo a primeros de mayo mientras que, a primeros de junio, debido a la gravedad de sus lesiones, Rodolfo entregaba su alma a Dios. Pocos días antes habíamos tenido contacto con el diestro en México, el que nos confesaba su tremenda ilusión de venir a España una vez torease en Ciudad Lerdo y un par de ferias más que le quedaban pendientes. Como digo, ilusión la tenía toda Rodolfo; su idea por confirmar su alternativa en Madrid le seguía dando vida e ilusiones.
La cogida de El Pana, la que le llevó a la muerte
Al final como sucedió, el hombre propuso y Dios dispuso. Aquel fatídico día Rodolfo dejaba el mundo de los vivos para que todos los recordásemos; nunca más pudimos gozar de su presencia, pero ha sido su esencia la que ha quedado dentro de nuestros corazones, la que nos provoca un sentimiento tan particular como es, recordar al Brujo de Apizaco como si en verdad le tuviésemos a nuestro lado.
Como sabemos, mueren todos, menos los artistas y, Rodolfo Rodríguez El Pana era un artista inconmensurable que, para su fortuna, murió en la época justa; es decir, cuando le tecnología era ya tan avanzada que, sus imágenes siguen vivas y latentes por el mundo de Internet en su versión de YouTube.
Tenemos, como digo, al respecto de El Pana, los recuerdos que viven dentro de nuestro corazón de todo lo que vivimos junto a maestro; igualmente les sucede a cientos de miles de aficionados que supieron admirarle en las plazas de toros. Pero, para su fortuna, como digo, queda la técnica que quiso jugar a su favor para que, pasados “mil” años, generaciones venideras puedan ver y saber quién era El Pana, sin duda, un genio incomprendido que, para su dicha, ahora está junto a Dios.