Son ya varios espectáculos celebrados en Madrid y, para sustentar mi sección de ECOS DE LA FERIA, desdichadamente, apenas encontré algo que me subyugara, es decir, que pasado el festejo repicara en mi corazón para contarlo. Menos mal que, en el día de ayer, ese gran torero llamado Curro Díaz colmó mis expectativas con su toreo al natural al más puro estilo de Manolo Vázquez.
La corrida, aunque de procedencia Juan Pedro, como se demostró, eran los hermanos bastardos de la vacada andaluza que le ha dado sentido a las actuales ganaderías reclamadas por las figuras; los de ayer, las figuras no los quieren ver ni en pintura. Una figura, López Simón, que se atrevió con los de Montalvo naufragó en toda regla.
Al honradísimo Paco Ureña pudo haberle costado la vida junto a las tablas; Dios estuvo con él porque el toro quería herir a toda costa.
El bellísimo pase del desdén de Curro Díaz ayer en Madrid
Decía que el arte no mata y, es cierto; el arte embellece, fortifica, convence, apasiona, enaltece corazones, rocía de sentimientos tanto al artista como al espectador; todo eso y mucho más consiguió ayer en Madrid, Curro Díaz. No mató, pero encandiló con esa mano izquierda sublime puesto que, de sus muñecas nacieron los más bellos muletazos de la tarde.
Claro que, el toro, Escandaloso de nombre, engañó a cierto sector de la plaza; muchos creyeron que el toro de la feria y, la gran verdad, como se demostró, es que allí había mucho que torear. Es verdad que, de haber rematado Curro Díaz con una soberana estocada el resultado hubiera sido distinto.
No es que Curro Díaz oposite a cátedra; ya es uno de los pocos catedráticos del toreo como ayer demostró en Madrid.
Al margen de todo lo contado, un cierto sector del público presente ayer en Las Ventas quisieron opacar todo lo bello que en dicho ruedo sucedió; todo el mundo tiene derecho a manifestarse tras la muerte del toro, pero eso de chillar cuando el artista está toreando, me parece muy propio de los reventadores o acólitos de Podemos y sus huestes; no se puede entender de otro modo. Los discrepantes, como pude observar, estaban en cualquier rincón de la plaza. ¿Serían pagados? Nunca lo sabremos, pero sí sabemos las malas intenciones que traían, las que mostraron para disgusto de los buenos aficionados y, sin duda, de los lidiadores.
Tengo que felicitar al bravo David Mora puesto que, tras su fracaso en Madrid, cuando le invitaron a declarar al respecto demostró más entereza y autenticidad que todos los toreros del escalafón juntos. Dijo el diestro: “Este fracaso me servirá para ser más humilde y, ante todo, para saber quiénes son de verdad mis amigos” Grandeza en sus palabras y convicción total del diestro.
Una tarde mala la tiene cualquiera y, al respecto de que a un torero le echen un toro al corral, eso le puede pasar a cualquiera. Recordemos que, la máxima figura del toreo de los años sesenta y setenta, El Viti, es el diestro que más toros vivos se le fueron al corral. ¿Es David Mora un fracasado? ¡Por supuesto que no!
No se puede pasar por alto a Morenito de Aranda que ha cortado, hasta el momento, la única oreja de la feria tras una faena muy estructurada y llena de torería por doquier. Como tampoco olvidaremos, de ahí el eco que tiene en nuestro corazón, los dos pares de banderillas de Ángel Otero, un primor de rehiletero que resultó aclamado en Madrid.
Foto: Pepe Tébar