Al respecto del mundo de los toros, de vez en cuando surgen ejemplos que nos dejan atónitos y, este es el caso de Azpeitia, como diría Joaquín Vidal, un pueblín guipuzcoano que hace las delicias de los aficionados a los toros. Así, a voz de pronto, si no nos paramos a analizar, lo que ocurre en Azpeitia, como diría un buen católico es puro milagro; y los ateos también lo afirmarían porque, dada la complejidad de la plaza, lo que allí sucede año tras año nos resulta increíble, de ahí el tinte de milagro que le adjudicamos.
Si desde hace muchos años la labor de Joxin Iriarte al frente de la comisión gestora de la plaza es admirable, lo de este año raya en lo más bello del mundo; no es que vaya el toro a Azpeitia es que, para colmo, este año, van hasta las figuras, todos ellos comandados por el gran triunfador del año pasado, Curro Díaz que, por lógica y justicia, el diestro de Linares actúa dos tardes en el coso azpeitiano.
Curro Díaz en Azpeitia, la plaza en que hace doblete este año
No he cenado jamás con Joxin Iriarte y, de hacerlo, seguro que le invitaría porque una labor como la que él ejerce es digna de todo elogio. Vemos todas las zapatiestas que se organizan en tres mil ferias en plazas de considerable aforo en que las figuras dilucidan sus caché de forma ostentosa, incluso muchas veces, quedándose fuera de los carteles como les ha sucedido a muchos y, por el contrario, una plaza como Azpeitia, con un aforo de cuatro mil personas, de repente, obra el milagro.
Toros y Toreros, sería la definición de lo que ha logrado Joxín Iriarte en Azpeitia; todos de Cuadri, por citar una ganadería ejemplar y modélica al respecto de la majeza del toro y, como colofón, los toros de Ana Romero que, sin duda, en Azpeitia saldrán con más trapío que en la mayoría de las plazas de España. Tampoco podía quedarse a la zaga Ricardo Gallardo si de toros encastados hablamos. Tres ganaderías muy del gusto de la afición norteña y, lo que es mejor, paradigma de lo que representa el toro cuando éste trasmite verdad y emoción.
Así de bello toreó al natural Curro Díaz en Azpeitia
Bien por Miguel Ángel Perera que ha querido sumarse el festín del toro en Azpeitia, como le ha sucedido a Roca Rey. Aplausos anticipados para los diestros citados y ovación de gala para Curro Díaz que, en doblete en dicha feria, una vez más y frente al toro de verdad explicará cómo y de qué manera es el arte en el toreo. David Mora y Borja Jiménez han querido sumarse a dicha feria con la finalidad de engrandecerla y, loa para ellos y, a su vez, justicia para Paulita, Alberto Lamelas y Sebastián Ritter que, ayuno de contratos ha encontrado en dicha plaza una plataforma para su lanzamiento.
O sea que, tras lo explicado, muy pronto comprenderemos que, lo que parece –o lo es- imposible en muchas plazas de mucho fuste, en Azpeitia discurre todo con una normalidad aplastante. Menuda lección la de Joxín Iriarte en su plaza de Azpeitia que, con apenas cuatro mil personas de aforo, les sobra afición y talento para organizar la feria del norte por antonomasia.
Queda claro que, mientras que las figuras se pasean por esas ferias de Dios con el toro aborregado y medio muerto, léase los toros de Juan Pedro, Garcigrande, Cuvillo, etc. etc., aparece –desde hace muchos años- Azpeitia para darnos lecciones a todos y, lo que es mejor, engrandecer la vilipendiada fiesta de los toros que, como se sabe, la han destrozado sus protagonistas, es decir, los que mandan y deciden que, sin ser capaces de afrontar el menor riesgo ha convertido la fiesta de los toros en pura parodia.
Y que nadie me diga el riesgo que todo torero asume, hasta el punto de que a don Antonio Bienvenida lo mató una vaquita traicionera; cualquier animal que se lidia, aunque sea solo por su peso, ya tiene peligro. Lo triste de esta historia es que, a diario, cuando lidian las figuras, nadie percibe la más mínima sensación de peligro; es decir, ellos son profesionales, saben manejar la cuestión con una destreza admirable; todo es cierto, pero que los toros no tienen peligro alguno eso lo saben hasta en la China; repito que, puede haber un accidente en cualquier festejo, pero de ahí a que el aficionado palpe el peligro de un toro de lidia, media un abismo; es decir, Azpeitia y el resto de las plazas del mundo si exceptuamos a Madrid, Pamplona y Bilbao.
En una época tan nefasta como la que vivimos al respecto del toro y sus lidiadores, enemigos auténticos de la grandeza de la fiesta, que en nuestro paso nos encontremos con ese oasis de verdad en el desierto de tanta mentira, es para celebrarlo. Por dicha razón, todas las plumas sensatas de nuestro país, todos, sin distinción, alabarán la labor de Joxin Iriarte. Menudo lujo el suyo con la feria que ha organizado y, ¿saben lo mejor? Cada año, tras la feria, todavía queda un dinero para el Asilo de Ancianos de la localidad. Para nuestra suerte, todavía quedan gentes capaces de trabajar gratis et amore. Joxín Iriarte es el ejemplo de lo que digo.
Fotos: Toros Azpeitia