Hace un tiempo atrás, decidí morirme. Estaba hastiado de este mundo y, de forma muy concreta de todas las injusticias que se cometen en el mundo de los toros. Pensaba que en el Cielo se remediarían todos mis males y, craso error. Alerto a todos para decirles que lo más parecido a la Tierra es el Cielo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegué y me recibió San Pedro.
-Hombre de Dios, aquí llega Pla Ventura. –Me dice San Pedro-
-Mire, San Pedro. Vengo decepcionado por todo lo que he visto allá abajo respecto a los toreros; más que por los toreros que la mayoría son seres indefensos, por el sistema maldito que se imparte en el que, la justicia brilla por su ausencia.
-Cuéntame, hombre. ¿Qué te pasa?
El Pana, irrepetible, ahora junto a Dios
-Estoy triste porque me he pasado la vida defendiendo a todos los toreros que yo creían que eran válidos por aquello de ser artistas y me vine decepcionado. Tras tantos años de lucha, a lo máximo que he llegado o quizás he logrado es que muchos reconozcan a Curro Díaz que, menudo triunfo tuvo el pasado domingo en Zaragoza, con cornada incluía.
-Es que optaste por lo más difícil. No me cuentes más. Soy seguidor vuestro, es decir, de OyT, como antes lo fui en todos los medios donde te desenvolviste. Yo te miraba y me hacía cruces, nunca mejor dicho.
-¡No joda, San Pedro!
-Y que conste que lo de joder lo has dicho tú. Yo os miraba, incluso con recelo porque, desde aquí arriba la visión que tenemos de lo que pasa allá abajo es todavía más nítida que contemplarla junto a los mortales en la Tierra. Vaya error el vuestro defendiendo la honradez, la pureza, el toro auténtico, el toreo verdadero, el arte en definitiva. ¿A quién se le ocurre salvo a vosotros? En la Tierra, de dónde tú vienes, todo es muy distinto a lo que tú creías. Ahí tienes todos los casos de corrupción habidos y por haber y, en la mayoría de los casos no ha pasado nada; es decir, ni justicia han impartido. Así has llegado aquí, pobre como una rata. No supiste vender tus valores; tenías que hacerlo para la mayoría mientras que tú, como todo vuestro equipo, trabajabais para una minoría y, de minorías no se vive. ¡Mira cómo está esto! Apenas tengo a nadie por aquí. Todos están en el infierno que, dicho sea de paso, algunas veces me paso por allí para poner orden y, eso es peor que tratar con los empresarios taurinos; allí cada cual va su puta bola; total que, les dejo y me vengo otra vez para arriba.
-¿Me está queriendo decir usted que he vivido equivocado? Si es así, por favor, espero que aquí me lo remedie usted y me conceda un apartamento de lujo.
David Silveti, el que brindara su último toro a su padre y a su hijo
-Veremos qué puedo hacer por ti. Sí te digo que, toreros por aquí veo a pocos. Nunca pude comunicarme contigo pero, de haberlo podido hacer, sin duda, te hubiera rogado que fueras partidario de El Fandi, por no decirte El Juli. Y menos mal, como antes te decía, que tu máximo anhelo, Curro Díaz, al final está siendo reconocido por todos. ¡Menuda lucha la tuya al respecto!
-San Pedro, eso suena a sacrilegio, por lo menos así lo entendía yo cuando estaba en OyT. ¿Sabe una cosa? Me está usted decepcionando con sus opiniones.
-Mira, hombre. Una cosa es lo que tú y yo hagamos ahora por aquí y otra muy distinta la que pasa en la tierra. Mataron a mi “jefe” de tal manera que ya puedes darte una idea de donde vivías. Es decir, no fuiste como la mayoría, no te entendieron y viviste una vida equivocada. Siempre defendiendo a los humildes; pero tu lista es larga y de muchos años. El Inclusero, Sánchez Puerto, Frascuelo, Pepe Luís Vázquez Silva, Diego Urdiales, Morenito de Aranda, Alberto Aguilar, Iván Fandiño, Paco Ureña, y menos mal que a Curro Díaz, como antes decíamos, parece que ya le dan cancha…..y tantos otros. Pero debes de reconocer que te equivocaste, amigo.
-O sea que, usted es capaz de ver cómo hacía yo el tonto y no hacía nada para remediarlo.
-Ya te lo dije antes, me era imposible comunicarme contigo. Pero una vez que estás aquí ya podemos hablar largo y tendido.
-Sí, para que me diga usted lo borrico que he sido en la Tierra.
-No, hombre, no te enojes. Aquí todo tiene arreglo. Es cierto que como antes te decía, respecto a los toreros, allí al fondo creo ver a Pepe Mata, aquel chico canario que seguro le recuerdas, estaba jugando una partida con José Falcón junto a El Pana y David Silveti.
-Por cierto, ahora me acercaré para saludarlos pero, ¿dónde está Manolete, Arruza, Ordóñez, Paquirri y tantos otros que fueron figuras?
-Están todos en el infierno que, como ante te dije, se lo pasan de puro vicio; vamos, como se divertían en la Tierra. De los que fueron grandes allá abajo, de vez en cuando me cruzo con Pepe Luís Vázquez que, como se demuestra, aquí es tan callado y prudente como lo era en la Tierra; no le gusta la bulla a ese hombre; prefiere el silencio y, a la hora de comunicarse con alguien, tiene que ser con una persona muy especial; seguro que tú le encajas en su personalidad. Y así será porque nos consta que eras muy amigo de su hijo, el gran Pepe Luís Vázquez Silva.
-No me diga, por Dios, que no ha valido la pena que yo venga por el Cielo; si es así, me corto las venas y me voy otra vez para abajo.
-No es que haya valido la pena o no; depende de cómo quieras mirarlo. En el Cielo pasa como en la Tierra, que existen buenos y malos, con la diferencia de que aquí discernimos y los que no nos gustan los mandamos al infierno; pero en el fondo, todo es lo mismo. Allí abajo estabais todos juntos mientras que aquí tenemos la suerte de escoger; y dichoso de tú que has entrado por la puerta grande.
-Mira –me dice San Pedro- por allí viene El Pana. No sabes la alegría que se va a llevar cuando te vea; no te figuras las veces que me ha hablado de ti en este año que lleva junto a nosotros. Rodolfo es todo un personaje de los que nos honramos tenerle junto a nosotros, hasta el punto de que, Jesús me dijo el otro día: “Pedro, cuando venga Pla tenemos que hacer una fiesta con El Pana” O sea que, ahora que ya estamos juntos, para dentro de unos días preparamos una fiesta para que El Pana nos deleite con su verbo.
-Dentro de todos los males, San Pedro, ahora cuando me ha dicho usted por allí viene El Pana he sentido un tremendo alivio porque pensaba que estaría solo aquí tras todo lo que usted me había contado.
-Lo que te he querido decir es que hiciste el tonto en la Tierra. Menos mal que, como es natural y lógico, aquí te hemos recibido con los brazos abiertos. ¿Te hago una confesión? Mira algo. La tecnología la hemos adaptado también para nosotros. Nos instalaron los últimos ordenadores y nos podremos conectar con la tierra, especialmente con las corridas televisadas para que, aquí juntos, todos disfrutemos de ese gran torero que tú defendiste y que se llama Curro Díaz, el que esperamos que se quede por allá abajo durante muchos años para que todo el taurinismo claudique ante tan magno torero.
-Por cierto, Pla –me apunta San Pedro- no sabes todo lo que El Pana nos había contado de ti; lleva un año junto a nosotros y, por Dios, parece que fuiste allá abajo su protector, su mejor amigo. ¡Vamos a reunirnos con él!
Gracias, San Pedro, me siento muy cómodo entre ustedes y pensar que a diario podré platicar con El Pana, disfrutar de sus ocurrencias, de su genialidad y su talento, solo por ello ha merecido la pena venir por el Cielo. Claro que, formar tertulia con El Pana y David Silveti eso son palabras mayores. Que Dios nos bendiga a todos, ahora que estamos tan junto a Él.