En cada rincón se nota tu ausencia

Tú también eras nuestra familia, formabas parte de ella, y no una parte menor, aunque fueras el más chiquitín. Catorce años en los que nos habíamos separado justamente lo imprescindible, en esos viajes a donde no podías acompañarnos. Tuvo que ser durante una de esas pausas, lejos de nosotros, en la que tu insaciable capacidad de investigar te hizo perderte para siempre.

La parcela de la casa de tu cuidadora no te fue suficiente y no perdiste la ocasión para, burlando la vigilancia, intentar saber que había en los alrededores de la casa. Allí no te esperaba nada bueno y cuando lo supiste ya no tuviste tiempo de volver a sitio seguro. Las lágrimas de mi hija y mis nietos todavía mantienen húmeda toda la calle y la casa.

Junto a mi en la reciente convalecencia, siempre compañero

También nuestras lágrimas humedecen, a cada rato, cada uno de los rincones de nuestras casas, allí donde tanto disfrutábamos de tu compañía. Quien no te conociera no puede saber el cariño que nos dabas. Gato-perro te llamábamos, dado el comportamiento de saludo que siempre nos entregabas cada vez que llegábamos a casa.

Ha pasado ya un mes y no nos acostumbramos a tu ausencia. Compañero leal y cariñoso como ninguno, tu compañía llenaba por completo muchos momentos cotidianos que sin ti ya son otra cosa. Eras ese otro nieto -llegaste justo al mismo tiempo que los dos primeros- pero que no se iba con sus padres tras de las visitas, siempre permanecías con nosotros haciendo el papel del nieto más pequeñín de todos.

Con los nietos siempre fuiste uno más

Nos querías tanto como nosotros a ti y todos nuestros nietos te querían tanto como si fueras uno más. Ellos, con tanta vida por delante, tendrán tu recuerdo, pero a nosotros nos queda el vacío que dejas, aunque permanecerás para siempre en nuestra memoria.

Mi nieto Daniel reflejó así su pérdida

Chispi te llamabas y todavía chispean a nuestro alrededor todos tus gestos y movimientos. Un hueco que será imposible de cubrir, solo tu memoria será el bálsamo y hará justicia a la tremenda pena que nos ha causado tu inesperada y desgraciada marcha. Te queríamos y te seguiremos queriendo mientras el tiempo vaya pasando.

Ya no volverás a ver nevar desde la ventana. Adios Chispi