Recuerdo hace ya muchos años que, cuando el irrepetible Alfonso Navalón era conquistado por un torero siempre le regalaba el mejor epíteto, EMPAQUE NATURAL. No era malo el piropo y mucho menos de la pluma que venía que, como sabemos, no era fácil conquistar al genio de las letras salmantino. Por ello, como quiera que hay frases que quedan para la posterioridad, la de empaque natural es la mejor que le podíamos regalar en el día de hoy a ese torero irrepetible llamado Curro Díaz, un hombre que se ha forjado a sí mismo, razón la cual es, ahora mismo, es el dueño de su inmaculado arte.
Es decir, el toreo de Curro Díaz está sustentado por su presencia y naturalidad, de ahí lo de empaque natural que es su toreo.
La viva expresión del arte en las manos y sentidos de Curro Díaz
Recordemos que, en algunas ocasiones, para definir a un artista solemos utilizar mucho la palabra magia cuando, como sabemos, magia es precisamente aquello que no existe pero que nos lo hacen ver. El empaque natural es otra cosa, diríamos que es la realidad elevada al cubo. Ser natural y poseedor de un arte sinónimo de tu propio ser, sin duda alguna, es la grandeza más absoluta de la que puede poseer un torero y, a Curro Díaz le sobra naturalidad por todos los costados.
Ser natural y artista en el toreo es casi un imposible porque siempre tenemos que contar con el factor toro. Algunos quieren ir de artistas y a fe que lo consiguen, siempre, eso sí, lidiando toritos a modo, como hechos a medida para que embistan y que el llamado artista pueda lucirse antes miles de ignorantes. Y digo bien porque en el toreo, para que el artista sea consumado tiene que enfrentarse a un toro de verdad; cuando menos, que el mismo tenga casta y arrestos para que, se palpe el peligro constante y, entre dicho ínterin, que exista un hombre capaz de emocionarnos y sacarnos el corazón del pecho.
Hoy, dichas virtudes, las atesora Curro Díaz, pero no quiero que mis palabras valgan nada puesto que lo que vale es su toreo de enormes quilates, algo que llevamos años pregonándolo y que, para fortuna del diestro linarense, sus valores, su arte, son todo un clamor entre la torería del mundo.
Ya el pasado año Curro Díaz dejó lecciones imborrables por esas plazas de Dios, de forma muy concreta en Madrid y, como todo el mundo pudo ver, enfrentándose a toros auténticos a los que el diestro de Linares supo someter para llevar a cabo el arte que él siempre soñó y, con toda seguridad, el que nos sació a todos los aficionados.
Es justo, en ese terreno, cuando el artista se juega la vida
Ritmo, cadencia, gusto, sentido de las distancias...en definitiva, como decía, empaque natural, la mejor definición para un diestro que se precie. La definición de artista, para este hombre se queda corta porque en su toreo no hay trampa, ni con los toros que lidia ni con la forma que lo ejecuta; todo es pura verdad, de ahí la frase que le brotó a nuestro director cuando dijo, tras la actuación de Curro Díaz en Valencia: “Curró Díaz es ya un artista muy esperado en todas las plazas”
Recordemos que Curro Díaz firmó en Valencia la faena más pura de la feria, siempre, frente a un toro que no le regaló nada; más bien se lo quería robar incluso se le apagó enseguida pero, la grandeza de este diestro hizo el milagro. Y lo hizo hasta el punto de que, los olés sentidos en toda la feria de Valencia se los llevó Curro Díaz.
Tardó, pero llegó. Es ahora, con toda seguridad, cuando le saldrán aduladores por doquier puesto que, el botafumeiro de los oportunistas siempre está preparado para la adulación. Enemigos, incluso dentro de los ruedos, los cosechará por doquier pero, el pecado será de los demás; ya me consta que algunas de las llamadas figuras se han negado a torear con Curro Díaz. Siendo así, ¿de qué son figuras? ¿A santo de qué les viene la definición? O sea, pura mentira de los que mandan que, cómo los estibadores, quieran que todo sea un coto cerrado en el que nadie pueda entrar. Saldrán los demás, nunca dejará de entrar Curro Díaz en las ferias puesto que, los empresarios, por tontos que sean, sabedores de su grandeza, no dudarán en hacer malabarismo para contratarle.
¿Quién ganará? ¡EL TOREO, SIN DUDA ALGUNA! Y, por ende, nosotros los aficionados que seguiremos extasiándonos con su arte.
Fotos: Muriel Feiner