Con sus tendidos vacíos,
en corrida televisada,
vimos la plaza México
despoblada y desolada.
Se nos estrujó el corazón,
suponiendo la afición liquidada,
por efecto de una empresa
que la tiene maltratada.
Lo que en México y Perú sucede,
es común denominador
y podría extenderse a Colombia,
Venezuela y Ecuador
De allí nuestra preocupación
de lo que sufre el país hermano
y desde aquí solidarizamos
con el aficionado mexicano.
Viendo luego la corrida,
vino la explicación:
con esos bichejos afeitados,
no puede haber emoción.
El aficionado no es tonto
no gusta dejarse estafar,
cuando sospecha, se guarda,
deja la corrida pasar.
Cuando el público se ausenta
y la prensa honesta protesta,
la empresa obligada está
a buscar una respuesta.
A quince días del estropicio,
la empresa el rumbo enmendó,
con buen cartel y mejores toros,
el enorme coso casi llenó.
Zotoluco, El Juli y Tejela
hicieron terna atractiva
y el ganado de San Martín
puso la nota emotiva.
Así como pitamos lo malo,
debemos lo bueno aplaudir,
con el toro bien presentado
la emoción vuelve a vivir.
Fue el caso de esa tarde,
que con juego diferente
cada toro planteó un problema
al torero que tuvo al frente.
Gran paliza llevó Tejela
que se libró de una cornada,
así, maltrecho y tambaleante,
logró buena estocada.
Eso en el mundo del toro,
se llama pundonor,
tiene su propia belleza,
como el arte y el valor.
Al final, todos contentos:
la llama de la afición revivió,
la fiesta brava tomó fuerza
y el empresario la bolsa colmó.
Si con ello creyó tener
reconquistado al ausente,
anduvo equivocado con él,
pues faltó a la corrida siguiente.
Lástima que así fuera, porque
la empresa nuevamente mostró,
plausible propósito de enmienda
y buen ganado presentó.
Fueron los de Arroyo Zarco
toros bravos, de buena hechura,
primero y tercero notables,
derribaron cabalgaduras.
Pero... la confianza que se pierde
es difícil restaurar
como el cristal una vez roto
difícil es de pegar.
Pasarán muchas lunas
antes que se vuelva a confiar
en quien, una y muchas veces,
ha tratado de engañar.
Lo rescatable de la historia
es la afición no perdida,
vive y late en el mexicano,
sólo se encuentra dormida.