Enero adelanta ya un poquito lo que será la próxima temporada taurina. Las noticias sobre rupturas y nuevas aventuras entre apoderados y poderdantes saltan a la palestra y las ferias más prominentes empiezan a publicar sus carteles. Quizás sea un año en el que la idea de la reducción de festejos se convierta en un lugar común. Se ha dejado ver en Castellón que programa este año dos festejos menos que el pasado. No afecta en Pamplona por cuestiones obvias. Se puede intuir que en otras plazas y analizado lo del año pasado, el descenso de festejos sobre lo que se programaba antaño será también la tónica. Por otro lado, en lo que tiene que ver con las actuaciones, seducen determinados carteles en Madrid y en Sevilla, pero se sigue buscando la figura de ese Tomás salvador actual de la tauromaquia, por mucho que nos empeñemos en ensalzar a otros artistas que no alcanzan su popularidad en taquilla.
En todo esto puede volver a verse otra cosa que ya es tónica también: mucha atención a los toreros, muy poca al toro de lidia. Atrás quedaron aquellos intentos de antaño de programar dos ferias en una donde el protagonista de una fuera el toro bravo, caso de Castellón. Comercialidad a tope, que es una de las peores cosas que se le pueden seguir haciendo al toreo. Juan Pedros, Garcigrandes, Victorianos del Río y más sosada por el estilo. No se trata de hacer una campaña contra estos hierros pero quizás sí debiéramos de plantearnos si con su sobre explotación no se está haciendo una campaña contra los aficionados. Es cansino ver estas ganaderías en todas partes, en todos los carteles, igual que escuchar a un tenor cantando siempre el mismo tema, el que mejor domina, nunca otro. Además se discrimina no ya a otros hierros sino a otros encastes. La gestión taurina de las últimas décadas no está haciendo demasiado por la conservación de la variedad ganadera. Hoy, en momentos de complicación, todos se apuntan el tanto de ser defensores de la fiesta brava pero cada vez que programan se demuestra que solo lo son de sus propios bolsillos. Y en ese aspecto, la estructura de la fiesta no va a cambiar este año, quizás incluso se agrave.
Sobre lo que hay ya publicado interesa sobre manera ver a Curro Díaz, en cualquier sitio por supuesto, pero sobre todo en ese Madrid al que tantas veces ha conquistado. La antigua empresa se comportó con Curro como con un torero de tercera, sin embargo pocos hicieron vibrar al público más entendido del mundo como lo hizo él, ya en el domingo de Ramos, ya en la complicadísima corrida del Puerto. Diaz, por lo que dicen los papeles que ya es seguro, el Domingo de Resurrección en Madrid. Interesante, justo, necesario. Pero esperamos que no sea esa su única actuación en esa ya su plaza.
Y el tema de Tomás. Es el verdadero salvapatrias del toreo. Y actúa como tal en consecuencia. Recuerda a esos héroes que trabajan sin la pretensión de oropeles, solo con el objetivo del pundonor, del respeto hacia algo que se lleva dentro. El aficionado puede ser más o menos tomasista, como es natural. Pero el mundo del toro en general, hoy, debe serlo, con independencia del gusto. Tomás salvador frente a tantos ángeles exterminadores. Se habla de él para Madrid, Beneficencia o Prensa, dicen. Si esto se confirma, habría que dejar de lado esa acusación que se le hacía de evitar las citas importantes. A algún que otro niño prodigio del toreo todavía se le espera que cumpla con retos que se han comentado pero que no han llegado, casi nunca, a materializarse.
Parece ser que el próximo año vamos a encontrar mucho más de lo mismo: ferias de vanidades que no generarán más que un anquilosamiento ya muy peligroso por monótono. La disminución del número de festejos en los carteles es bastante menos importante que la proliferación del espectáculo aburrido en los festejos que quedan: se disminuye pero no se diversifica. Este 2017 debería ser un año para que todos tomáramos conciencia de lo que nos jugamos, para que ganáramos visibilidad positiva, para resarcir a los enemigos pero también para demostrar, todos, toreros, empresarios, escritores y críticos entendamos que esto necesita un cambio, que nos haga incluso a veces perder para ganar.
