Todos los aficionados del mundo estamos desolados ante lo que está sucediendo en el coso más grande del globo terráqueo y, lo que es peor, nadie tenemos la solución. La México, como se le conoce, la plaza más significativa de toda Hispanoamérica es un solar desmantelado; nadie podíamos imaginar, hace apenas una década, que El Embudo de Insurgentes no serviría ni como embudo.
Son ya varios años en que la afición capitalina decidió desertar de dicha plaza; un hecho que todo el mundo le atribuía al señor Rafael Herrerías pero que, como se ha demostrado, por muy mal que este hombre hubiera hecho las cosas, el problema no era él; ahí están los resultados puesto que, ni regalando las entradas, apenas nadie acude a dicha plaza. Fijémonos que, en este fin de semana, la nueva empresa confeccionó dos carteles con diestros jóvenes, todos ellos con prospección de figuras, incluso regalando la entrada del domingo a todos aquellos que compraran la del sábado; nada, apenas lo aficionados de siempre, todo un fracaso en toda regla.
Esta era la clásica imagen de La México todos los domingos
Uno llega hasta pensar que el diablo se instaló en dicha plaza para impedir que entren los aficionados; es una metáfora, nada más cierto, pero a cualquier cosa tenemos que aferrarnos cuando la lógica no nos convence. ¿Qué es la lógica? Sencillamente que, tras la concesión de la plaza a la nueva empresa, ésta, con aires nuevos e ilusiones a flor de piel, estaban convencidos de que por poco que hicieran lograrían que los aficionados volviera a dicha plaza; craso error porque, como dije, hasta regalando las entradas la gente no ha acudido al recinto más emblemático del mundo.
Como decía, todos estamos tristes ante lo que está sucediendo en la citada plaza porque, para mayor desolación, en México, en muchísimos estados, con carteles similares a los que se anuncian en Insurgentes, las plazas se siguen llenando. Este hecho embrolla mucho más el tema de La México. O sea que, en los estados, como vemos, son muchas las plazas que se llenan por completo y, en la más carismática del país, apenas nadie acude; es como si en Ajalvir se llenara la plaza de toros y, a pocos kilómetros donde está ubicada Las Ventas, a ésta no fuera nadie; sería todo un dislate, un kilombo muy difícil de resolver. Pues eso es lo que está sucediendo en México.
Ni la gran figura de México, Joselito Adame, logra llenar la plaza
Más que un estudio taurino, que hace falta, hasta intuyo que urge más un estudio sociológico para determinar las causas de dicha deserción de los aficionados al coso capitalino. Como decía, antes teníamos a Rafael Herrerías para echarle las culpas pero, ahora, ¿a quién consideramos el culpable? La nueva empresa, como nos consta, está haciendo las cosas con mucha dignidad, incluso hasta regalando boletos de una tarde para otra; es decir, aquello del 2X1 y, como hemos visto, tampoco ha dado resultado. Difícil el problema pero, mucho más complicada la solución. Nos queda rezar.
Una plaza que, años atrás, como sabemos, la llenaba casi todo el mundo; incluso El Pana, en su etapa como novillero la llenó varias veces y, ahora, con carteles de tronío, apenas cinco mil personas en una plaza tan grande que, hasta da la sensación de estar vacía. Por supuesto que no tengo la solución al problema, si la tuviera, la empresa me pagaría una fortuna porque le diera la fórmula; pero si tengo la tristeza, como todo buen aficionado, que la fiesta haya muerto lánguidamente en la primera plaza del mundo.
Fotos: Nadlleli Bastida