Las cosas que ocurren en derredor del mundo de los toros son motivo de reflexión, incluso de estudio por parte de personas especializadas en la materia puesto que, nunca podré entender la dosis de odio que anida en el cuerpo de tantas gentes cuando de toros se habla. Vemos noticias que manan sangre a borbotones; es decir, algo surrealista que nadie podría entender. Fijémonos que, por “culpa” de los toros, la Asociación de Juventudes Taurinas de Salamanca ha sido vetada por aquello de hacer una donación a Cáritas.
Analicemos los hechos. La referida Asociación Taurina, mediante una campaña solidaria han recaudado una importante cantidad de dinero que, como objetivo para ellos, éste no era otra que hacer la donación de parte de lo recaudado a Cáritas Salamanca, algo que sus dirigentes se han negado en rotundidad. O sea que, si nos fijamos, el descerebrado que pueda dirigir Cáritas en la capital castellana, al hecho, le ha dado el mismo tratamiento que si ese dinero viniera de la droga, trata de blancas o de un atraco en el banco de la esquina.
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Estoy seguro que nadie, ni el más estúpido del lugar, podrían comprender dicha actitud. El lumbreras de turno que tiene Cáritas en Salamanca, el que no quiero ni saber su nombre, pensará que el dinero que han recogido los muchachos citados, con un esfuerzo titánico, con una entrega desmedida y con una vocación nada propia entre las gentes, como digo, creerán que ese dinero viene manchado de sangre. No comprendo nada y mucho menos entiendo la actitud de dicha persona que se ha negado para que unos chicos dadivosos y admirables, hayan querido mitigar el hambre y el frío de los que no tienen nada que llevarse a la boca y mucho menos una manta para cubrirse del frío.
No sé si para mi suerte o desgracia, mi persona está muy cercana a Cáritas, razón por la que puedo hablar en propiedad y la misma me dice que todo lo que llega a nuestra sede de Cáritas, todo es bien venido; jamás hemos despreciado la ayuda de nadie, salvo que tuviéramos, como antes decía, la autoría de que el dinero o ayuda que nos puedan prestar es de procedencia ilícita. Como eso no ha ocurrido jamás, lo que nos puedan dar lo bendecimos a diario, al tiempo que les damos las gracias a todas las personas que, dadivosamente se preocupan del ente más grande del mundo, Cáritas, esa institución de la Iglesia que mitiga el hambre y el frío de cientos de miles de personas.
Sin lugar a dudas que, Cáritas, como institución, tiene que analizar a las personas que forman parte de dicho entramado solidario porque, como ha sucedido en Salamanca, si el responsable de la entidad es tan sumamente cafre como para declinar la ayuda de unos chavales que, como sabemos, su único pecado es llamarse Asociación Juvenil Taurina, el tipo en cuestión deben de relegarle y mandarlo como basurero que, quizás, en dicho trabajo, desempeñe mejor sus funciones.
Como decía, los hay tan descerebrados que, con tan solo escuchar la palabra toros, con ello ya tienen bastante para odiarnos y, en este caso, hasta en detrimento de una institución como Cáritas que, lo único que necesita es de la solidaridad de las gentes para con los hermanos más débiles o desfavorecidos.
Recordemos a tantos indeseables como tenemos por el mundo que, justamente, el mundo de los toros, desde siempre, como mundillo autónomo en sus funciones artísticas, siempre se ha solidarizado con las desdichas ajenas. Podría nombrar a decenas de ejemplos, miles de ellos, pero incluso hasta fuera de nuestras fronteras porque, como todo el mundo recordará, la plaza de toros de Las Ventas, en cierta ocasión, hasta se vistió de gala con sus mejores toreros organizando un festival a beneficio de las víctimas del volcán Nevado del Ruíz, en tierras colombianas. ¿Cabe dádiva mayor?
Recordemos que el mundo de los toros es como una familia; digamos que lo más próximo a una familia que, dentro de casa reñirán las veces que haga falta, pero como alguien de la familia se entere de que a uno de ellos le falta algo, de repente, se olvidan rencillas de todo tipo y ahí están los demás para ayudar.
Lo dicho. Este es el mundo de los toros que, en cuanto se enteran de que existe una desgracia, sus gentes, ahí están todos para solidarizarse con el caído. Es lo que han hecho estos chavales salmantinos que, fruto del trabajo ímprobo que han llevado a cabo, su ilusión no era otra que donar lo recaudado a Cáritas, algo que se les ha denegado por culpa de un descerebrado. ¡Qué pena, Dios mío!