Una señora nos ha dado la medida de cómo y de qué manera funciona el mundo de los toros al respecto de las llamadas figuras del toreo. Es ella, Cristina Sánchez, la que el pasado sábado en Cuenca y lidiando los toros de las figuras, tanto a Enrique Ponce como a El Juli se lo puso muy difícil, la prueba no fue otra que dicha señora cortó dos orejas a un toro; como dijeron, dos orejas de ley, a sabiendas, claro está, del ganado que había en el ruedo.

Lo dicho podrá parecer muy normal si así se quiere, pero a lo hecho hay que darle la lectura que le corresponde. Cristina Sánchez, la que hacía casi veinte años que no se ponía delante de un toro, de repente, a instancias de Maximino Pérez, empresario de Cuenca, reaparece en dicha plaza y está, incluso, por encima de las figuras del toreo que le acompañaron.

Cristina Sánchez en un espléndido derechazo en Cuenca

Se lidiaron, en dicho festejo, animalitos de Daniel Ruíz, puro encaste Domecq; vamos, de esos toritos que puedes lidiar los que quieras que, con el oficio aprendido, el triunfo está asegurado de antemano, de ahí la maestría de Enrique Ponce y los alardes de El Juli. Claro que, hasta donde quiero llegar no es otro lugar en el que demostrar que, ya vemos lo difícil que resulta esa clase de lidia que, una señora, con casi veinte años sin ponerse delante de un toro, se viste de luces y acaba con todos.

Y así, de este modo, discurren las amables ferias de agosto o de cualquier mes, nada importa porque lo que se lidia en dichas plazas parecen toros; inclusos hasta son zainos y tienen cuernos; lo más parecido a un toro que, en realidad, son animalitos indefensos para que sus lidiadores gocen a plenitud de lo que ellos llaman el arte de torear. Y, ya ven, ahora resulta que viene Curro Díaz y una tarde sí y otra también, se le ocurre enfrentarse a toros auténticos y, de igual modo nos enseña lo que es el arte de torear; parece lo mismo, pero la diferencia es abismal.

Bien por Cristina Sánchez que reapareció para ridiculizar a las figuras del toreo y, para colmo, donar sus honorarios a una causa benéfica y solidaria para con los demás, un mérito todavía mucho mayor. Pero ha sido la decisión humanista de la señora, lo que respetamos y aplaudimos; claro que la gran gesta, como digo, no ha sido otra que demostrarle al mundo que, con semejante ganado a lidiar, Cristina Sánchez, de pretenderlo, podría hacer una temporada entera sin despeinarse.

Si una señora es capaz de hacer lo que hizo frente a los toros de Daniel Ruíz, el mérito es de ella; pero el demérito será para los que le acompañaron puesto que, de forma aparente, las fuerzas de un hombre no son las mismas que las de una mujer, pero ella, torera y cabal, les pasó por encima.

El mundo de las figuras está así, de tal forma que, cuando ellos van por ahí proclamándose triunfadores de la mentira y el medio toro, llega una señora que hacía “mil años” que no toreaba y les borra de un plumazo. Bien por Cristina Sánchez que, con su actitud ha demostrado cómo está el toreo.

Foto de Muriel Feiner