Apenas faltan unas horas para que comience la feria de la Semana Grande donostiarra. Tres carteles de toreo a pie y uno mixto en el que intervendrán José Tomás, Pablo Hermoso de Mendoza y Julián López el Juli. Este cartel es la gran apuesta de la Casa Chopera por una feria que hay que ir levantado poco a poco después de que la ciudad se viera sometida a la imposición de no explotar un inmueble que le pertenece. Aquello sucedió por la decisión de esos que se dicen plurales y democráticos, y que lo son para todo aquello que tiene que ver con lo que aceptan pero que tornan en fascistoide así haya algo que amenace sus creencias. Fue otra de las injusticias a las que se somete a la fiesta de los toros, día tras día.
Comentaba en mi último artículo, la necesidad de establecer ya algún tipo de asociación, unión, federación, para la defensa de lo taurino. Algo que vaya incluso más allá de la defensa de lo taurino y llegue a la defensa del aficionado taurino y de su derecho a la fiesta de los toros. Leo hoy en nuestro portal que la Fundación del Toro de Lidia, junto a la familia de Víctor Barrio, interpusieron el pasado jueves una denuncia por amenazas y contra el honor de la esposa del torero. Además de esto, se ha interpuesto una demanda de conciliación y otra querella por enaltecimiento del terrorismo. La demanda de conciliación obligará a las dos partes a sentarse frente a frente para intentar llegar a un acuerdo. Desde mi punto de vista esta idea, y todo lo que tiene que ver con las mencionadas demandas, son procesos necesarios, imprescindibles para generar visibilidad sobre la situación en la que se encuentran los aficionados y las aficionadas al toro.
Tras la desgracia de Teruel y viendo las lindezas (delitos claramente) con las que se despacharon los ‘amigos de los animales’, que lo son siempre menos cuando pintan pardas, hubo quien indicó que quizás la tragedia sirviera para, de una vez, movilizar al mundo del toro y a la afición taurina. Llegados a este momento, uno no duda en acordarse de Miguel Ángel Blanco y lo que su brutal asesinato supuso para la sociedad vasca: de primeras el rechazo social público a los terroristas y a sus apoyos y a quienes piensan que sus ideologías son más importantes que la vida de los demás.
Hoy llegaremos a Illumbe y seguramente nos veremos increpados, de nuevo, por no más de quince exaltados, fanáticos, extremistas amigos de los animales. No. Amigos de ellos mismos. En los teléfonos de los aficionados vascos medianamente conocidos, se repite la llamada para asistir a las tertulias en las que se intenta mostrarnos como atracción de feria; esos señores tan raros que aun hoy siguen defendiendo la muerte pública de un animal. Se busca el enfrentamiento entre unos y otros. No se han acordado en todo el año, tampoco durante el resto del verano, pero llegando la feria, la tele se vuelve loca por sacar a flote la polémica. Esto ha pasado otros años. Los aficionados a los que han llamado solemos rechazar la invitación. En esta última ocasión uno ha tenido, al menos, la posibilidad de debatir con la producción, o con la dirección del programa, exponer los motivos de no asistencia. Se observa una intención por su parte de organizar un debate aceptable. Es decir, el propio programa es consciente de la desigualdad con la que suele tratarse el tema, año tras año, cuando hasta el presentador muestra tendencia.
Es necesario empezar a tomar una posición. Sabiendo que el toreo y la afición taurina es punto de mira, y va a serlo cada vez, es importante mostrarse pero pactando las condiciones de los debates, atendiendo, antes que nada, a que la idea es salvaguardarnos, proteger nuestro futuro, planificar, seleccionar lo que es interesante y lo que no, tener una estrategia aplicable a todos los casos. Quizás desde la Fundación del Toro de Lidia, o desde otras fundaciones similares se pueda empezar a generar una primera línea de posicionamiento. Es necesario.