Está más que visto, comprobado que; a los torero que tienen la Fiesta y el AMOR a los toros; cosidos al alma y al corazón, como un estandarte; no les pasa el tiempo y si les pasa, ellos traspasan los límites de la edad, de los achaques, del paso de la vida y salen cada, tarde a “jugarse” el tipo; con la misma ilusión del primer día.
Hacen de esa pasión por la Fiesta Brava, una forma de vida, soportan todos los altibajos connaturales a esta fiesta tan hermosa como difícil. Yunque de almas fuertes, de valor sin medidas; al toro que tengan que lidiar, sea en las plazas o en la vida misma.
Hemos tratado de exprimir los primeros recuerdos serios de la Feria de Quito, ¡hace más abriles de lo que conviene mencionar! Y , parece ser que desde siempre, la Plaza Jesús del Gran Poder de Quito, tenía tres gritos emblemáticos: “Teneraste Braulio”, cada vez que, el fundador de esa dinastía de picadores ecuatorianos, a lomos de su cabalgadura; ponía pié en la arena del ruedo. Todo porque un día, un toro de aquellos que, van quedando cada día menos, se le arrancó desde lejos y lo sacó, despedido de su silla.
El otro era: “Tortuga, Tortuga” cuando su figura bajita y ancha desde siempre, tomaba las banderillas. Era, fue hasta su supuesta última aparición; hace muy poco en Riobamba, donde el heredero de su saber, le cortó la coleta; un grito que coreaba su legendaria y queridísima presencia. En la plaza que fuera, Quito, Riobamba, Ambato, donde fuera que se lo viera.
Hace mucho tiempo ya que, la aparición del “Tortuga” era coreada, por el público, seguida de un expectante suspiro de angustia. Principalmente tras una corrida, (nos parece que en Ambato), donde los pitones del toro; lo acunaron contra la barrera sin tocarle.
Pero el público taurino del país entero, tenía en él un héroe al que respetaba y quería. Un hombre de origen humilde que fue, a pesar de su limitada estatura, un gigante para los públicos taurinos del país.
Sin duda el “subalterno” más querido de todas las plazas, el decano de la torería de plata. Le han seguido algunos pero; el volcamiento de cariño que siempre despertó el “Tortuga”, ¡no lo ha logrado ningún otro!.
Por principios y quizá hasta por rebeldía, no hemos vuelto a poner un pie en una plaza donde se haya prohibido por “decreto”, la dignidad y la majestad de una muerte digna, al más digno y majestuoso de los bovinos que habitan este planeta.
Hoy fue duro no estar en el homenaje de despedida a ese SEÑOR de los ruedos taurinos del país. Teníamos dividida el alma y partido en corazón, al no poder estar presentes y aplaudirlo hasta que ardieran las manos, mostrándole así el cariño e inmenso respeto que nos merece, este hombre pequeño de estatura pero gigantesco en su afición y su amor incondicional a la “más culta de las fiestas”.
Cierra una puerta que, jamás lo sacará del corazón del aficionado ecuatoriano; abre otra, una nueva senda. ¡ojalá una de, compartir su sapiencia con aquellos que han seguido su camino; tanto con traje de oro como de plata!..
Nuestros mejores deseos para ese nuevo camino que la vida, le está presentando.
Siempre su recuerdo será añorado, recordado con profundo cariño y admiración a toda una vida entera de vivir; para y por el toro; por la fiesta.
Un sonoro aplauso desde el fondo de una vida entera de verlo, en todas las plazas del país, con la misma responsabilidad y pundonor. Un sonoro aplauso a su trayectoria limpia, constante y desprendida presencia.
Un abrazo querido “Tortuga”, ¡adiós y gracias!
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