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Pla Ventura  
  España [ 16/06/2016 ]  
LA HUELLA DE RAFAEL

Como todos sabemos, en el mundo del toro está todo estereotipado, adulterado y muy fácil de predecir los resultados de la mayoría de los festejos, especialmente si éstos atañen a las figuras del toreo, es realmente reconfortante que aparezca, entre otros, la figura de Rafael Rubio Rafaelillo.


Rafaelillo contempla la muerte de su enemigo

Convengamos que no hay enemigo pequeño; cualquier toro puede hacerte daño, el último ejemplo, el animalito que prendió a El Pana y se lo llevó al otro mundo. Claro que no es esa la cuestión; se trata de que todos nos emocionemos con un toro. Por regla general, desgraciadamente, si buscamos la emoción del toro cuando torean las figuras, tarea baladí la nuestra. El toro amorfo, aborregado, burros con cuernos que solemos decir, eso no emociona a nadie, de ahí el nulo interés que tienen los aficionados ante este tipo de toros y, lo que es peor, de los toreros que se enfrentan a ellos.

Que nadie se equivoque, nadie pide elefantes; es decir, el toro con el trapío como tal es más que suficiente; lo de los kilos no sirve para nada. Recordemos que, en los años setenta, animalitos que no pesaban mucho menos de la media tonelada escasa repartían cornadas por doquier y, las figuras de la época lo sabían mejor que nadie. Un ejemplo válido no es otro que Diego Puerta, el famoso espada de Sevilla que se retiró del toreo con 29 años y se llevó 39 cornadas en su cuerpo; es más, según contó el diestro en su momento, sabedor de cómo tenía el cuerpo de lacerado le daba rubor ir a la piscina por aquello del bañador; es decir, quedaban al aire las cuchilladas que los toros le dieron.


Rafael Rubio borda el pase natural frente a un toro auténtico

Años antes, un torero llamado Manolo González, el que menos tiempo ha estado en activo en el toreo, apenas tres años, se llevó quince cornadas y, lo que es peor, los compañeros le apodaban el “matauno” porque casi siempre mataba sólo uno de los toros que le correspondían.

Todo ha cambiado para mal y, en la actualidad, si queremos emocionarnos con un toro tenemos que salirnos del circuito de las figuras, recalando, como no podía ser de otro modo, en aquellas ganaderías de prestigio que, para dicha de sus criadores, todavía les queda sangre brava y, lo que es mejor, toros portadores de la emoción con la que siempre soñamos. Ahí está Victorino Martín, Adolfo Martín, Cebada Gago, Miura, Palha, Celestino Cuadri, Murteira Grave y muchas más que, cuidado no quiere eso decir que todas las tardes les salga el toro soñado, pero sí es cierto que, siempre, la emoción está servida en dichos toros y, sin duda, entre los lidiadores.

Los toreros que suelen lidiar estos toros no son figuras de relumbrón, pero sí diestros auténticos, hombres apasionados por todo aquello que hacen que, como en el caso de Rafaelillo, a diario son capaces de emocionar hasta el extremo de la locura.


El diestro de Murcia se juga la vida ante su enemigo

Rafael Rubio lleva varios años tocando la gloria con sus manos mediante la lidia de estos toros, algo que le agradecemos y, lo que es mejor, lo disfrutamos. Nadie quiere que Rafaelillo sea cogido por un toro y mucho menos herido caso de la cogida; pero sí todos gozamos con la emoción que nos produce y, lo que es mejor, aderezada por el arte.

Madrid, una vez más, ha respetado a Rafaelillo, amén de todas las plazas en las que actúa, es algo inevitable. Por segundo año consecutivo, la espada le jugó una mala faena a Rafaelillo que, como digo, podía haber culminado un éxito de clamor. Al final, como diría El Pana, dejemos las orejas para el cocido y quedémonos con la obra llevada a cabo por don Rafael Rubio, un torero al que han tenido arrinconado durante muchos años y, como se ha demostrado, es un puntal importantísimo para la lidia de las ganaderías citadas.

De Rafaelillo debemos de quedarnos, además de su torería, con su sinceridad, con su pasión, con sus arrebatos de valor que tanto calan en los aficionados, razón inequívoca por la que ha vibrado Madrid con el diestro murciano.

Al final, lo que digo de este hombre se puede resumir en una sola palabra: ¡VERDAD! Como sabemos con la verdad se puede ir a cualquier sitio, lo peor de todo es que en el mundo del toro actual nos quieren pasear por los vericuetos de la mentira, razón por cual, los aficionados siempre ponderaremos a Rafaelillo y a cuantos compañeros sean capaces de jugarse la vida como este diestro suele hacer cada tarde que se viste de torero.

Lo dicho, Rafael Rubio es capaz de dejar su huella cada tarde frente al toro de verdad. ¿Cabe dicha mayor?

Fotos: Muriel Feiner

 
   
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