Empiezo estas líneas de la manera que jamás hubiera querido porque, como el mundo sabe, hace unos días murió Rodolfo Rodríguez El Pana. Digamos que hice un apéndice preliminar puesto que, las letras que usted leerá, fueron escritas tras la fecha en que el maestro matara seis toros en Texcoco, la tierra de Silverio allá por tierras mexicanas. Se trataba de hacer una semblanza bella para un torero sublime.

Convengamos en lo dicho, este es el prólogo que se antepone a la semblanza de El Pana, puesto que su muerte trastocó nuestros planes para que nuestras lágrimas sean auténticas, las que se derraman sobre nuestras mejillas. Tras la partida de Rodolfo, amigos todos, ahora sí que somos pobres de verdad.

La salida en hombros aquel inolvidable 7 de enero de 2007

Tras lo que supuso la gesta heroica del maestro cuando se encerró con seis ejemplares en Texcoco, nuestras líneas no tenían otra intención que concienciar a la empresa de Madrid de que Rodolfo podía; es decir, estaba lo suficientemente fuerte como para poder torear en Madrid. Mientras narraba en su honor, amigos, sucedió lo de Lerdo y, ahí quedan mis líneas tal y como las diseñé para el maestro. Su muerte no podía eclipsar mis sentimientos y, muchos menos, los de todos los que le hemos llorado.

Allí empezó todo el día en que aparentemente se acaba la carrera de El Pana, hace ahora justamente nueve años cuando, Rodolfo Rodríguez El Pana, hastiado de la vida, de su profesión, de ingratitudes y traiciones, un siete de Enero de 2007, había decidido poner fin a su carrera taurina en La México. Rafael Herrerías le había confeccionado un cartel humilde en La México para quitárselo de encima, incluso contrató los toros de Garfías que, como sabemos, nos los quería nadie. Atrás habían quedado todas las veces que, como novillero, El Pana había llenado La México por completo, incluso de matador, lo había logrado alguna que otra vez.

El Pana junto a nuestra inclita María Domecq, en Las Ventas

¿Qué pasó aquel día? Como diría El Pana, ocurrió que Dios quiso estar a su lado para que no se marchara jamás de los ruedos, o cuando menos, en aquella fecha; hasta los toros de Garfías decidieron embestir para que, Rodolfo Rodríguez El Pana, firmara dos faenas inolvidables con “Rey Mago” y  “Conquistador” que, para colmo, hasta salió por la puerta grande en olor de multitud, no en vano había congregado una entrada de aficionados totalmente inusual en dicho cartel que, como digo, solo era para quitárselo de encima.

En aquellos años, como sabemos, El Pana ya estaba desahuciado por la torería mexicana, aquella que le empujó hacia el abismo del alcohol; la misma que le cerró todas las puertas. Y habían desahuciado a un torero genial que, de sus manos y sentidos ha tenido creaciones bellísimas en lo que a distintas suertes se refiere siendo, auténticamente apoteósico en la interpretación del trincherazo genial.

Nadie firmó el trincherazo como El Pana

Muchas cosas pasaron desde aquel día, entre ellas, que Rodolfo se debatiera entre la vida y la muerte por una delicada intervención quirúrgica; que toreara mano a mano con Morante en La México para tras una faena apoteósica, cayera herido una vez más; que se liberara de esa cruel enfermedad que le atenazaba y que se llamaba alcoholismo; que llevara a cabo faenas inolvidables por los estados mexicanos; que hiciera sus incursiones exitosas en España y Francia; que dictara conferencias por todo México con el sabor del más grande triunfo; que su plaza de Apizaco llevara su nombre y le hicieran una estatua con su figura; que se editara un libro con su biografía; que los aficionados mexicanos, gracias a la corrida de su “despedida” le veneraran como jamás antes habían hecho.

Un cartel de feria: Juan Mora, nuestro compañero José Luís Bautista y El Pana

Todo un cúmulo de sensaciones hermosas las que había  vivido Rodolfo tras aquella “despedida” que, en realidad, no fue otra cosa que una bellísima reaparición para dicha de los aficionados. Respecto a nosotros, desde España, hasta tuvimos la fortuna de publicar una novela taurina con el bello título de VA POR TI, en honor al maestro como no podía ser de otro modo, algo que Rodolfo celebró desde el fondo de su alma.

La gran verdad de todo es que Rodolfo sigue vivo, -estas se empezaron a escribir antes de que cayera herido Rodolfo en Lerdo- más que nunca; y pletórico de arte y sentimiento, en definitiva, magia pura son sus actuaciones, ahí está el ejemplo de la corridas que toreado en los últimos tiempos en que el Brujo de Apizaco hizo una de las “suyas”, es decir, inundar dichos ruedos con su magia, con su arte, con esa creatividad tan suya que le hace diferente a todos los toreros del mundo.

Por ejemplo, en León, una vez más, junto a Morante hizo las delicias de los aficionados que le ovacionaron sin cesar. Hasta se atrevió a matar seis toros en solitario en Texcoco, en La Silverio Pérez. Todo tenía un motivo, una ilusión, poder confirmar su alternativa en Madrid, algo que no ha podido ser por el percance que sufrió El Pana cuyo detalle veremos líneas abajo. Jamás torero alguno ha hecho tantos esfuerzos para ser escuchado por la empresa de Madrid; incluso matar los seis toros en solitario era un prueba más, digamos que un aval que Rodolfo quería traerse a España para ser escuchado. Todo se le vino abajo y ahora Rodolfo Rodríguez sigue en las manos de Dios.

Nos cupo la dicha de compartir emociones con el maestro

Hablamos todos de la grandeza de El Pana como torero, como artista que, en honor a la verdad, lo es en grado sumo. Pero no debemos de olvidar a Rodolfo Rodríguez, un hombre apasionado por la vida, un hombre culto donde los haya que, si como torero venía cautivando desde el primer día que se vistió de luces, como hombre es un prodigio de ser humano; su don de la palabra es tan fuerte como su inspiración dentro de los ruedos; todo un personaje que ha sabido forjarse su propia leyenda, un torero que ha tenido la fatalidad de caer herido de suma gravedad en la plaza de toros de Lerdo, México, cuando el toro le arrolló, le lanzó por los aires y ha quedado tetrapléjico El Brujo de Apizaco.

No cabía peor desdicha; que Rodolfo Rodríguez El Pana, haya tenido que terminar su carrera de este modo, nos parece una crueldad del destino sin límites; no, para nada merecía tan singular torero este final tan dramático. Recemos, pidámosle a Dios por su vida, por su salud, sabedores todos de que dejará un vacío inmenso que difícilmente nadie llenará.

Por cierto, El Pana estaba tan fuerte, tan entero y tan pletórico en su cuerpo que, como hemos podido ver, solo Dios le ha retirado del torero porque él no se hubiera marchado jamás. Cuando algunos malintencionados le tachaban de viejo, Rodolfo, con su actitud, le demostraba a todo el mundo que su cuerpo estaba perfecto, la prueba más significativa no fue otra que matar seis toros en solitario con 64 años sobre sus espaldas; todo un chaval a tenor lo que fue el resultado de la misma.

El Pana con nuestra compañera mexicana Nadlleli Bastida

He aquí la semblanza de un torero genial que, para su desdicha y la de todos cuantos le queremos, ha terminado su carrera de forma abrupta; digamos que, el día uno de mayo de 2016 murió El Pana en Lerdo; ahora, Rodolfo Rodríguez sigue luchando, combatiendo entre la vida y la muerte. Un dolor del que jamás nos repondremos los aficionados del mundo.

Termino como empezaba, epilogando unas líneas escritas en distintos momentos. Ahora, como sabemos, El Pana está junto a Dios para que Él disfrute eternamente de su magia, nosotros ya le gozamos durante 64 años. Ahora, más que nunca, maestro, Dios le seguirá bendiciendo, pero a diario, en cada instante de su eternidad.