Rodolfo Rodríguez 'El Pana' ya se ha ido ¡Viva El Pana!

Esa amistad la conservaré como un tesoro. Fue allá por 2007, días después de tu resurrección en La México cuando tuve el gusto de conocerte en México DF, desde ahí hasta tu partida he podido disfrutar de tu amistad y tu cariño. Con eso me quedo… que no es poco. Son muchos más los que quisieran decir lo mismo.

Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’, un torero diferente, se ha ido a ese ruedo celestial donde otros partieron antes que él. Un grupo privilegiado que puede presumir de que un toro les mandó a la gloria. Tú es que has querido esperar a que San Isidro diera sus últimos coletazos; que esa plaza de Las Ventas donde anhelabas concluir tu carrera taurina no tuviera que conmoverse en el inicio o en el medio de su feria con tu marcha. Pero el Brujo de Apizaco no podía dejar pasar la ocasión de que sus aficionados, a plaza llena, te dediquen la ovación que te mereces. La empresa te negó pisarla vestido de luces, pero tu espíritu permanecerá para siempre en ella a través de la memoria de los aficionados.

Mucho se puede contar de tu carrera profesional, de tus andanzas por los ruedos y mucho se escribirá, de seguro. Para nadie eras un torero indiferente y tiempo habrá de que se publiquen mil y una biografías plagadas de las cientos de anécdotas que protagonizaste fuera y dentro de los ruedos. Yo no quiero convertirme en tu biógrafo, me conformo, y de qué manera, con haber sido amigo tuyo.

Así, en silencio, y con muy poco equipaje te has ido

No me ha faltado tu afecto desde el primer instante de nuestro encuentro casual. Jamás hemos dejado de encontrarnos en tus venidas a España durante los últimos años en busca de la que hubiera sido tu salvación. De haber confirmado en Madrid ahora no estaría escribiendo, acongojado, estas líneas. Como tenías previsto, esa hubiera sido tu despedida. Es decir, que Ciudad Lerdo no se habría cruzado en tu camino. Pero, como tú sabías, los designios del Señor eran los que te permitirían una cosa u otra y, finalmente, ha preferido llevarte con Él desde un pueblo mexicano. Eso era lo que te tenía reservado, pero, sinceramente, yo hubiera preferido lo otro, que confirmaras tu sueño y que ahora no estuviera escribiendo. Cuestión de fe.

Desde mis lágrimas, que suavizan la dureza de los ojos en esta noche madrileña, quiero mandarte el abrazo que no he podido darte este año en Madrid o en mi casa de Segovia, donde compartimos tantas ilusiones del Pana. Rodolfo a un lado y El Pana a otro eran un milagro que muy pocos han podido disfrutar y entender, pero así era. Dos en uno y los dos mágicos y buenos.

Siempre en mi recuerdo y en mi corazón. Hasta siempre, amigo