Por supuesto que, el eco de lo que ayer realizó Paco Ureña en Madrid retumbará durante mucho tiempo en el corazón de los aficionados madrileños; dos tardes, dos orejas pero, ¿a qué precio? Lo de ayer en Las Ventas tuvo un calado extraordinario; si pretendíamos ver cómo un hombre se jugaba la vida de verdad, Ureña fue el exponente de lo que digo; si queríamos admirar la pureza del toreo, en todos los momentos en que le fue posible, Paco Ureña lo llevó a cabo con un sinceridad desmedida.
El héroe torea bellísimo al natural; aquí la prueba
Dicen los revisteros que Paco Ureña ya es el consentido de la plaza de toros de Madrid, cosa muy lógica por otra parte puesto que, el público de la primera plaza del mundo es tan bueno que, ya lo estamos viendo, con tal de que un hombre se juegue la vida de verdad, lo demás, como dirían en México, sale sobrando. Traducido en cristiano, lo de Ureña tiene un nombre: ¡VERDAD! y Eso siempre tiene premio; a veces cuesta mucho, y Paco Ureña es el ejemplo porque son ya muchos años de lucha, pero en cuanto ha tenido la oportunidad, como no ha regateado nada, ahora mismo es el ídolo de Madrid.
Las grandes gestas son las que definen a los grandes toreros y, como en el caso de Ureña que, llevando una cornada envainada desde la semana pasada para impedir que lo operaran por aquello de torear ayer en Madrid, eso dice todo a su favor; es más, tras la voltereta del primer toro podía haberse quedado en la enfermería y todo el mundo le hubiera entendido; pero no, salió en su segundo para hacer el toreo y, sin duda, para seguir jugándose la vida; cortó una oreja de ley que, de haber acertado con el estoque en su primero, maltrecho como estaba hubiera salido por la puerta grande de Madrid.
Una pena que el ángel que siempre tuvo El Cid le haya abandonado. Ayer pudimos ver una muestra de lo dicho; Manuel Jesús ya no es ni la sombra de aquel diestro que admirara Madrid; y no es que Las Ventas se haya cansado de él, sencillamente que el chico ha perdido su gracia y, rico como está debería de plantearse su futuro y disfrutar de todo lo que tan honradamente ha ganado en los toros.
Jiménez Fortes, por mucho que se empeñe en ahorrar en lo que su nombre se refiere y ahora exija que le llamen FORTES, si bien Dios y la ciencia le salvaron la vida en dos ocasiones la temporada pasada, ahora le toca a él salvar al artista que dice llevar dentro. Ha toreado mucho ya en esta temporada por la dádiva de los empresarios pero, para su desdicha, el éxito no ha llegado. De él depende todo, los demás no podemos triunfar por él.