Decir Valdemorillo es decir toros. Decirlo y pensar en toros es consecuencia de una larga tradición popular. Allá para San Blas, cada año, y desde hace mucho, este pueblo serrano, llamado Valdemorillo, se pone el mundo por montera e inicia la temporada de ferias en España. Ya se que de un tiempo a esta parte, se adelanta otro pueblo madrileño, Ajalvir, pero su feria es de menor entidad y arraigo en el calendario taurino.
Valdemorillo se lo ha ganado a pulso. Sus gentes, y sobre todo su Ayuntamiento, se aprestan cada año a hacer de su feria un aperitivo para comenzar a digerir la temporada que, posteriormente, ha de venir. Y no crean que el aperitivo es a base de cualquier cosa. No, más al contrario les gusta acercarse a los gustos de la exigente afición madrileña e intentan que esos aficionados se acerquen a su plaza.
Su plaza es de verdad. Vamos, que es de obra. Gracias al tesón y el empeño de su Ayuntamiento, desde hace unos años se hizo realidad el sueño y se acabó con las portátiles que dieron vida a sus comienzos y un largo camino por las temporadas siguientes. En ellas se iniciaban los resfriados y ya no se los quitaban los sufridos aficionados hasta llegar la primavera. Pero, repito, un Ayuntamiento batallador no ceja en hacer que eso se quede en el recuerdo. Que forme parte de la historia y que la industria farmacéutica no se pueda lucrar con los que en Valdemorillo, además de para pedir orejas, no abandonaban el pañuelo al salir del coso.
Al frente de ese Ayuntamiento hay toda una mujer, Pilar López Partida. Una Alcaldesa de altura, tanto en lo físico como en su afición. Ya quisiéramos disfrutar en tantos y tantos lugares de España de alcaldes con tanto amor a la Fiesta. Y prueba de ello es que Valdemorillo ya dispone en el presupuesto del ejercicio presente de una partida -a mayor gloria de su apellido- para la cubierta de la plaza. Así lo manifestaba hace unos días en la presentación de los carteles. Sin decidir qué cubrimiento hacer, pero decidida a que su plaza se convierta en un lugar cómodo para ver los espectáculos e invitar, más si cabe, a desplazarse a su bonito pueblo a los aficionados.
Yo he tenido la oportunidad de estar en varias ocasiones y guardo recuerdos muy buenos de mi estancia, así como de lo vivido en su plaza. Hace más de veinte años presencié una de las faenas más hermosas que he visto en mi vida, que sugirió al maestro de la crítica, Joaquín Vidal, a escribir una de sus crónicas más entusiastas y optimistas. Se llamaba “Opositor a cátedra” y cantaba lo vivido viendo torear a El Inclusero. Si es posible, en la próxima oportunidad en la que deje mi tribuna para resucitar crónicas del maestro Vidal, que será finalizada la feria de Valdemorillo de este año, la recuperaremos para conocimiento de todos. Allí, también, en sus bares y en día de corridas, tomé café con el añorado Vidal; recuerdo que guardo en mi corazón como un tesoro.
Ya ven, Valdemorillo es cuna de muchos de mis mejores recuerdos, por eso hoy de forma sentida escribo estas líneas. Homenaje a tanto visto y tanto vivido. Si bueno desde poder paladear el toreo, mejor todavía con poder charlar con los amigos. En la feria este año no estarán ni uno ni otro de los citados. Uno por razones obvias y otro -que aún hubiera querido hacer el paseíllo- por no ser contratado. Estarán, eso sí, en el recuerdo. Y no es poco.
Sí estarán Pilar, la Alcaldesa que quiere seguir marcando pautas para la historia taurina de su querido pueblo, y el interés de cada uno de los paisanos. Estarán los aficionados cabales que se acercan desde Madrid con la ilusión y las ganas a cuestas. Estará la empresa de Tomás Entero dispuesto a calmar cuanto antes la frustración y la rabia que le ha supuesto su deseo no premiado de gestionar Las Ventas. Estará el siempre admirado Raimundo Rodríguez, pero no como picador, sino como Presidente de los festejos en una iniciativa que consideramos feliz. Y estarán en los carteles, sólo discutidos por la ausencia de Robleño, triunfador el pasado año, toreros del gusto de la afición madrileña. Y los encierros populares, que tanto arraigo han alcanzado.
Sólo nos queda esperar unos días. Disfrutar quienes puedan de los festejos previos en Ajalvir y, al tiempo que desear que la climatología acompañe, desear que todos los que han puesto todas sus ilusiones, a cuyo frente está la Alcaldesa, que Dios les reparta suerte y disfruten con su feria, última a la intemperie.
