Por esta América taurina, somos muchos los que tenemos que organizarnos, para coincidir con los horarios de transmisión en directo de la Feria de San Isidro o, en su defecto; ver las corridas “a toro pasado”.
Estamos casi ya en el Ecuador de la feria más importante del mundo y salvo contadas excepciones, ¡está decepcionando!.
Pero, está decepcionando no solo por el ganado que, sin importar el hierro ha sido; en líneas generales pobre de casta, han abundado los mansos en distintas escalas de mansedumbre. Nuestra decepción parece ser compartida ya que, los comentarios más escuchados en las retrasmisiones han sido de este tenor:
Hay más torero que toro, muy por encima de las condiciones del toro, un “toro” para Madrid, ¡no ha salido! y otros del mismo estilo que, describen el lamentable estado de la cabaña brava española, con pocas excepciones.
En lo personal nos ha decepcionado de igual manera, la actitud de un sector de la plaza. Supuestamente los más entendidos, los que más “saben” de toros y que son precisamente, los que parecen haber olvidado que las faenas deben juzgarse y valorarse, en proporción directa con el toro que está en el ruedo.
Veladamente, Madrid parece haber caído en la lamentable costumbre de premiar el éxito y no la pureza del toreo realizado. Se buscan triunfos sonoros y en ese empeño, dejan pasar lo que, desgraciadamente; en lo que va de San Isidro, solo han sido destellos, apuntes, bocetos.
Ese sector del público de Madrid se ha tornado intransigente, no ven nada bueno; cierto es que por la condición del ganado poco se ha visto, pero; han habido momentos de pureza absoluta, de mano baja y temple en más de uno de los toreros que han pasado por el ruedo de las Ventas, este año.
La intransigencia es tal que hemos llegado a preguntarnos: ¿Qué espera el público de la “catedral del toreo”? ¿Qué baje Dios y toree?
Lo hemos dicho antes y lo repetimos, el público de Las Ventas, es incomprensible. ¡Pide trenes con pitones y luego, los pitan porque no llegan con pies; a la faena de muleta!.
Hay ganaderías que por su particular morfología, no soportan pesos desorbitantes como los que exige Madrid. Algún ganadero, por llegar a formar parte de la feria más importante del orbe taurino, los engorda, como puede; para que cumplan con los kilos deseados.
La consecuencia lógica es que, esos animales; cuya constitución ósea no permite soportar los kilos extra que les han echado encima, pierdan las manos, se caigan, se desplomen, todo esto; mucho antes de la suerte de varas.
¡Nunca comprenderemos de dónde nació la absurda idea de que, los kilos se traducen en trapío!.
Y, mientras se siga en la tónica de pedir toros, con evidente sobrepeso, el aura de gloria que ha significado Madrid, se diluirá constante y definitivamente.
Es indispensable el toro bien presentado, bien hecho; bajo, con cara de “hombre grande”, con sus pitones intactos, todo eso y más pero; siempre dentro de los límites de la conformación del animal.
Queda camino por recorrer, quedan ganaderías que ver. “La esperanza es lo último que muere” dice el refrán popular y en esto de guardar las esperanzas, los taurinos nos llevamos premio.
Seguimos esperando día a día, que salte el toro con emoción, con tranco, con casta y bravura.
En lo que tenemos menos esperanza es en que el público recalcitrante de cierto sector de la plaza recuerde, ¡cómo deben verse las faenas!
No podemos cerrar este artículo de hoy, sin un deseo de pronta recuperación a los toreros que han sido heridos, en México, en Francia, en España.
“El Pana” está muy grave, desde aquí enviamos nuestra fuerza a su familia y al propio matador y, desde lo más profundo del corazón, nuestros deseos de resignación para la familia de Renatto Motta, corneado por un novillo en Perú y muerto, por la falta de prevención de la Empresa que no tenía preparada, ¡ni una ambulancia para casos de emergencia!.
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