El triste eco que nos queda tras la celebración de las corridas de toros en Madrid, éste no es otro que la forma tan cruel que tiene el taurinismo de quitarse de encima a todos los confirmantes. El año pasado no confirmó nadie; este año, hasta Dios confirma en Las Ventas pero, ¿para qué? Me pongo en el lugar de los muchachos y, ante las corridas que les han enfrentado y, que no les pase nada. Ya los tienen sentenciados.
José Garrido, entre aguerrido y valiente, se quedó sin poder saborear la gloria
Lo de ayer resultó infumable. Vaya porquería, basura al más alto nivel los toros de Alcurrucén. Estoy seguro que los hermanos Lozano buscarían lo mejor en la ganadería, pero eso viene a demostrar el mal ojo que tienen. Trapazos por doquier por parte de El Juli y Castella, pero castigo del fuerte para José Garrido que, el hombre, si buscaba el éxito en Madrid se lo pusieron muy crudo. Como digo, una feria maldita para todos los confirmantes que, salvo Roca Rey que parece que está tocado con la varita mágica de Dios, los demás deben de pensar muy seriamente en su futuro.
Era ilusionante ver a Román; creo que pocos toreros trasmiten la alegría que este chico tiene como tesoro pero, su gozo en un pozo. O sea que, la faena más maciza y pulcra de la feria la he hecho Enrique Ponce que, entre solemne y torero fue capaz de gustarse a sí mismo en uno de los pocos toros de la feria que dijo algo.
Pasará la feria y todo quedará como estaba; es decir, seguirán toreando los que ya tienen "licencia" por parte del entramado empresarial; todos aquellos que buscaban el éxito en Madrid como trampolín para la temporada han quedado estancados.
¿Dónde radican todos los males? Sin duda, en los toros. En la actualidad, es muy difícil que podamos decir de un torero aquello que antes sentenciábamos cuando decíamos, "se le ha ido el toro". Ahora eso no ocurre porque no hay toros. ¿Cabe desdicha mayor?