No se negará que en España sabemos tratar bien a nuestros turistas. Así nos ponen un fajo de euros encima de la mesa olvidamos nuestras fobias, dejamos de lado la radicalidad y somos capaces de adaptar El Quijote al modo Haiku. Así, cuando llegan a Madrid 2.500 chinos de vacaciones, empleados de una compañía, alardeando, ante todo, de la pasta que se piensan dejar en nuestro país, se nos pone la máquina de calcular a funcionar en un sistema en el que todo vale. A los chinos les apetecía ver toros, lo cual es interesante pues significa que nuestra fiesta todavía genera curiosidad como elemento de la cultura popular. Lo que no quieren es ver la sangre. Enseguida aparece quien dispone de una plaza, en este caso la de Moralzarzal, y quien está dispuesto a montar una corrida sin muerte. Quizás estas personas se echan las manos a la cabeza cuando se les propone que la fiesta sea sin muerte habitualmente pero dejan de alarmarse en cuanto se presenta la oportunidad de preparar algo fuera de temporada, con lo que puede traer un espectáculo extra. Luego a los chinos les apetecía flamenco, no han especificado si con quejío o sin quejío, pero quizás alguien hubiera debido advertirles que tras el quejío, la boca del cantaor sabe a sangre.
De anécdotas como esta está la historia taurina llena. Unos amigos me contaban que habían toreado en Canadá, en un palacio de deportes, para subir al ruedo lo hacían en ascensor desde el hall del hotel, las banderillas eran de velcro, la muerte ni se planteaba. No hace demasiado unos empresarios programaron en Shangai. Si no me equivoco esto se hizo durante dos años. Lo más destacado del espectáculo fue lo bien que lo pasaron los espectadores y que el toro no se mataba.
Eliminar la muerte del toro nos parece una aberración. Algunos toreros lusos hicieron verdaderos méritos para reivindicar la muerte del toro en su país. Aquí nos pasamos nuestra ideología por el arco del triunfo según aparecen un montón de turistas con los bolsillos repletos. Todo se vende, el dinero no compra nuestras consciencias pero ayuda mucho a relajarlas, a convertirlas en laxas.
En San Sebastían parece que también se han relajado. Así que se ha suspendido la consulta toros sí o toros no que se esperaba para septiembre. Las noticias no son del todo clara pues parece ser que el alcalde todavía no las tiene todas consigo. En principio se celebraría dicha consulta después de que los genocidas animalistas presentarán un total de firmas en contra de los toros que superaba el 5% de la población. Es alarmante que sólo se necesite el acuerdo del 5% de la población para poner en tela de juicio valores, cultura, aficiones o lo que sea. También es alarmante que existiendo esa opción a la consulta, se use sólo para el tema de los toros. Esto pasa ya de los obsesivo y quizás debiéramos plantearnos si seremos más del 5% de la población los que pensamos que aquello que es obsesivo suele terminar por ser dañino.
Los partidos políticos de nueva aparición también andan a vueltas con el tema del toro. Son los animalistas los que están metiendo la puya. No quieren ir con Podemos a las próximas elecciones porque éstos no tienen un programa claro contra la tauromaquia. Dicen. No les piden un posicionamiento contra los zoos, los mataderos, la pesca de bajura o la de río. Aparecen en escena, son pocos, van en manifestación, son animalistas, pero se colocan detrás de una única pancarta, en contra de las corridas de toros ¿Somos más de un 5% los que estamos en contra del cinismo?
Para terminar, en una plaza de toros de Tarragona (pensábamos que la tauromaquia ya no existía en Cataluña), un grupo de aficionados han zarandeado a un par de genocidas pro animalistas en un tendido. Les han detenido ¿Somos más de un 5% los que consideramos que no se puede ir a un sitio llamando a la gente asesina?