Un análisis rápido a los carteles de Madrid, tan esperados. La feria más importante del mundo queda ya dibujada sobre el papel. Muy interesante en cuanto al aspecto ganadero, pese a que cualquier maestro escribano echa un borrón en un texto. Casi completa en el caso de los nombres anunciados ¿Ausencias? Por supuesto que las hay y todos sabemos cuáles son. Es de suponer que algunas, como la de Morante, tendrán más razón de ser en las cuestiones propias del torero que en las de la empresa. Otras, como la del caso Díaz, del que ya hablamos aprovechando el cartel del Domingo de Ramos, seguro que tienen más que ver con la empresa que con el torero. No obstante, y visto lo visto, el aficionado debería tener la seguridad de que la empresa contará con este torero tan pronto como se produzca algún percance en algún cartel. Además de esto, es seguro que podemos echar en falta algún que otro nombre o hierro en los carteles de esta edición. En el aspecto ganadero, además de cosas muy interesantes hay alguna cosita por ahí que deben ser de las que se explican atendiendo a las preferencias de los organizadores, sino, no hay forma de entenderlo.
Vaya por delante que no nos referimos a las dos corridas de Alcurrucén. Hay hierros que nunca sobran y los Núñez de los Lozano son siempre uno de ellos. Las estampas, el juego, los éxitos que permiten. Parece, además, que la ganadería se perfila como la vía de escape que muestra El Juli para apartarse, un poquito y en ocasiones muy espaciales, de las ganaderías favorables que tiene en lista. Pasito a pasito se andan los grandes caminos. Se agradecen sobre manera las incursiones de hierros que empiezan a ser muy caros de ver por ahí como el caso de los Saltillo, y otros, siempre necesitados de corridas como Baltasar Ibán, o los Cuadri. Si a estos añadimos otros hierros como Adolfo, Victorino, Miura, el aspecto ganadero queda bien cubierto en lo que a hierros para el aficionado se refiere. Es cierto que la programación de este tipo de hierros tiene siempre un lugar en Madrid. Sería muy interesante, en este aspecto, que la propia empresa pusiera una denominación especial para este tipo de contrataciones, algo que viniera a explicar que hay un interés por la conservación de los encastes. Eso abriría los ojos a mucha gente, también a esos ‘nuevos públicos’ que dicen se han instalado en Madrid, tan codiciados y queridos por algunos. En cuanto a lo que en el primer párrafo llamábamos borrones, lo de Las Ramblas sólo se explica queriendo premiar la salida por la puerta grande que propiciaron el año pasado a López Simón, y otras cosas que el aficionado ya sabe.
En el apartado de toreros, lo dicho. Falta Morante. Pese al triunfo del año pasado, parece exagerado que Castella se presente cuatro tardes en Madrid. Es cierto que una de ellas lo hace ante los toros de Adolfo Martín, qué bueno sería un gran triunfo en esta corrida. Pero cuatro corridas, aunque una sea de la de la Beneficiencia, tal y como está el patio y con hombres que piden sitio, y gente que debiendo estar no está, parecen demasiadas. Tres tardes Talavante que teniendo esa gran oportunidad, que es justa, se despacha haciendo el reto con lo de Fuente Ymbro, se esperaba más de él. Tres para López Simón que estando en el momento de demostrar se conforma con el monoencaste, sin siquiera afrontar un gestito. No llega el momento de que algunos vean el momento. Dos para El Juli, una de ellas con los Núñez de Alcurrucén, otra con los Jandilla. En plan romántico, uno sigue pensado en Frascuelo y, por supuesto, en Juan Mora.
Interesa, ya de forma definitiva, observar de verdad el cacareado y deseado cambio del público de Madrid. Ese que viene a convertir el toreo en un espectáculo moderno, qué locura y qué contrariedad. Esto es, un espectáculo lleno de triunfos, falta de exigencia por falta de conocimiento, el mundo soñado de los toreros de cera y de sus voceros. Pero eso no se anuncia en los carteles.
