Ahí les va otro cuento del disgusto que podemos vivir en este mundo del Toro en Latinoamérica.
Así, sábado pasado estuve en la corrida de Maracay, Estado Aragua en Venezuela, llegando especialmente desde Caracas. Previó a mi salida, envíe un correo electrónico a la empresa Agrocasta solicitándola un pase o acreditación para cubrir el festejo del día para OyT.
Sin respuesta, me acerque a la Monumental plaza de toros, solicitando ver al encargado de prensa para lo del pase, y ahí detrás de la puerta del patio de caballos me dejaron media hora pegando fuerte el sol caribeño.
Algún taurino local intercedió por fin para apoyar mi petición y a poco del horario oficial del paseíllo, que rompería después con una hora y media de retraso (sí amigos, 1h30 mas tarde…), un empleado me hizo llegar a la sala de prensa y me preparo mi pase.
Fue ahí cuando vino el disgusto y momento desagradable, pues de pronto se presentó un tipo que llamaremos “el encargado de prensa”, exigiéndome sin diplomacia ninguna la entrega de 1.000 bolivarianos (o 'bolos' como dicen los Venezolanos) para obtener el pase al callejón…
Cual no fue mi sorpresa por no decir otra cosa, de oír de un presunto taurino ese tipo de exigencia financiera. Lo acepto cuando las empresas lo piden en festivales (Pomarez, abril 2011) o festejos de beneficencia, pero aquí hablamos de un festejo supuestamente formal, en feria y en una de las plazas más importantes de Venezuela.
Al “encargado de prensa” le expresé mi respetuosa sorpresa y como respuesta oí con un morbo poco usual que "sí estaba en Maracay era porque Opinionytoros me pagaba" (pues estimado director Antolín, de ser así le debe Ud. mucha plata a sus corresponsales…) y que "sin duda vendía mis fotos".
Le respondí que en OyT éramos todos benévolos y que pagábamos nuestras estadías sin recibir ningún viatico, aunque sea en un país tan lejano como Venezuela para mí que venía de Francia, y que para llegar a Maracay tenía un costo.
Por lo de las fotos, que sepa este individuo que las publico y las doy al que guste (empresas, faltaría menos, apoderados, ganaderos, mayorales, etc.).
Viendo que el tono subía, me expresó su sorpresa y enfado de que no quisiera “cooperar como los otros… porque el papeleo y lo demás cuesta caro en Venezuela". Pague entonces el "derecho de pase", algo como el "derecho de piso" de los narcos y ya asqueado por esto, tuve además que soportar que este personaje ligado a la empresa se ponía directamente mi dinero en el bolsillo de su pantalón, sin ninguna discreción, con descaro y prepotencia. Salí de la sala de prensa sin más comentario.
¿Estará el encargado de prensa en el patio de cuadrillas? Quien sabe…
De hecho, yendo al callejón me di cuenta que lo que acababa de vivir, también lo vivieron con silencio otros compañeros corresponsales venezolanos.
Que no me digan que ese comportamiento sería idiosincrasia del pueblo venezolano pues en las 2 semanas que estuve en ese país previo a la corrida, vi a ciudadanos sufriendo con dignidad del racionamiento económico y de la crisis energética. La pobreza no siempre empuja a semejantes comportamientos y el vicio desconoce los niveles y las clases sociales.
Ya en el callejón y durante el festejo, cumplí con mi propósito de reseñar la corrida mixta y de publicar un reporte gráfico para tenerles informados de lo acontecido.
Por cierto que venía a ver toros y toreros y tan solo vi un novillero (Jesús Enrique Colombo) y muchos novillos…. o toritos con poco trapío.
No se extrañen entonces, estimados aficionados de Latinoamérica, que se cierren poco a poco las plazas sin toros de sus países, pues a algunos de vuestros últimos autoproclamados taurinos solo les parecen interesarles los 'bolos' y poco importarles los toros…
