La Plaza de Acho que pocos días atrás cumplió un cuarto de siglo, y que debería haber sido una de la efemérides más importante en estos tiempos de dura lucha por conservar la fiesta brava en el mundo, tuvo la misma suerte que La Monumental de Barcelona que cumplió un siglo de existencia y tampoco hubo celebración taurina, es decir una corrida de toros histórica que selle o estampe la huella del tiempo consolidada en con su devenir cotidiano, un espectáculo taurino, porque para ello fueron erguidas. La historia de cada una de ellas consolida y avala el esfuerzo que deberían haber tenido, si bien son razones distintas, porque así las condenaron, deberíamos resaltar permanentemente éstos hechos con la finalidad de que, en un período (como decían los antiguos carteles), si Dios, el tiempo y la autoridad lo permiten, tengan la celebración de sus onomásticos por todo lo alto. Alguien dirá “Sueños de opio”, pero soñar no cuesta nada.
Una vez más el viejo coso limeño salió a concurso para su arrendamiento, las bases ya están debidamente publicadas, los conceptos siguen siendo los mismos, el hecho que baje en un rubro no significa nada, porque en el otro rubro vuelve a elevarlo, las condiciones son siempre leoninas, es decir, la propietaria de la plaza interviene como un socio sin arriesgar ni invertir una moneda, los grandes perjudicados han sido, son y serán los aficionados, que en sus dos modalidades: abonados y asistentes, adquieren sus localidades a precios muy costosos, pero básicamente es porque el piso de plaza es muy alto. Se paga impuesto general a las ventas, impuesto a los espectáculos públicos no deportivos, tasas y derechos de trámite, porcentajes sobre el ingreso bruto por la venta de boletos y ahora un porcentaje adicional para la dueña del recinto taurino. Acho no debe ser contemplada, debe ser analizada integralmente No basta escribir en las bases que se deben dar espectáculos de primerísimo nivel, no basta la buena intención de que Acho recupere un prestigio como local de espectáculo que se perdió en el actual siglo. Es necesario que aficionados agrupados, ganaderos, toreros, empresarios, médicos, subalternos, veterinarios, periodistas, trabajadores y todos aquellos profesionales integrados a la tauromaquia y que formamos parte de los llamados estamentos taurinos, nos juntemos y nos pronunciemos si en verdad queremos que la fiesta brava, es decir las corridas de toros, continúen o no. Porque de ser así, en un futuro no muy lejano la Plaza de Acho sólo será un edificio en abandono o destinado a actividades folclóricas, por sus altos costos operativos y sus malas autoridades, que no entienden que es mejor un poco de algo, que mucho de nada.Todos los estudios de pre-factibilidad se caen, ningún análisis financiero es consistente, las probabilidades de éxito económico dan resultado negativo, con esas condiciones lo más probable es que quienes deseen hacerse cargo de la vetusta plaza Limeña, van a tener que sacrificar calidad por cantidad, tendrán que evadir legalmente los requerimientos, utilizar argucias, artificios, prebendas para obtener ventajas, es decir que con éstas condiciones están condenando a la Plaza de Acho a la informalidad. Porque no se llama a una reunión multisectorial de gente interesada y conocedora del tema para sacar adelante a la fiesta brava en Acho. Las autoridades deben escuchar, sí, escuchar, a las diferentes personas, posiciones, alternativas, priorizar beneficios y costos, para que de ahí salga una base consensuada y meritoriamente que gestione el futuro no el presente mediático.Para hacer un análisis situacional de Acho se requiere usar la tecnología
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