Nos pasamos la vida quejándonos, con razón, de toda la gente que a diario atenta contra nuestra fiesta, algo que nos rompe el corazón. Nuestra denuncia, al respecto, es un hecho diario, un lamento constante que no podemos obviar ni muchos menos omitir. No hay derecho, no existe un solo motivo para que suframos los ataques furibundos hacia nuestra fiesta por parte de políticos, enfermos, extremistas, radicales, gentes de mal vivir que, como único trabajo o preocupación, ésta no es otra que atentar contra la fiesta más bella del mundo.
Claro que, pensar que el gran enemigo está dentro de nuestra casa, eso sí es tremendamente preocupante. Como digo, culpables, nosotros. Y es cierto. Podemos defendernos de todos cuantos ataques externos nos lleguen, pero que dentro de la torería del mundo de los toros, sus protagonistas, los toreros y ganaderos, distorsionen la bella realidad de esta fiesta, eso sí es un auténtico crimen, dicho con toda la pena posible.
Esta foto dice más que todas las palabras del mundo
Matador de toros, un título que debería de engrandecer a cuántos lo ostentan; todo un atributo para ser considerados como auténticos héroes en la función de su trabajo y, de repente, como podemos ver en las imágenes que nos llegan de América, unos hechos que nos quitan el humor. Pensar que nuestros matadores compatriotas, los que en España ejercen con dignidad, unos más que otros, por supuesto, pero que se marchan hasta América para burlarse de aquellas pobres gentes, de unos aficionados que han hecho el sacrificio más grande del mundo para adquirir una localidad y saberse engañados por nuestros compatriotas, eso es de una crueldad sin límites.
Hemos visto muchas imágenes que nos invitan a la reflexión a tenor de lo que han hecho nuestros compatriotas en distintos puntos de América. Nuestras admiradas figuras del toreo se han mofado de las aficiones respectivas de toda América lidiando toros que, sin duda, no hubieran pasado en ninguna plaza de toros española ni en calidad de novilladas sin caballos. Como digo, que el gran enemigo de nuestra fiesta viva dentro de nuestra propia casa es algo lamentable. Entre otros, pudimos ver las imágenes de Enrique Ponce y Talavante en Venezuela y, desdichadamente, uno siente pena, asco, repugnancia hacia dichos hechos que, lamentablemente dicen todo de nosotros, pero nada bueno, claro está.
El maestro Facundo Cabral, en uno de sus axiomas tan particulares solía decir que EL MATRIMONIO ES LA ÚNICA GUERRA DONDE UNO SE ACUESTA CON EL ENEMIGO. Respecto a los toros, nosotros podíamos decir lo mismo, ponderamos y defendemos, justamente, a todos aquellos que nos engañan; porque el engaño de Venezuela es una burla hacia todos nosotros, los aficionados de España. Es duro contar todo esto, máxime, porque, como sabemos, Ponce, Talavante, así como cualquier figura del toreo, en España, muchas veces han matado auténticos toros; normalmente, a diario, se pasean por las plazas con el llamado toro de las figuras que, en realidad, si lo comparamos con lo que han lidiado en América, los animales que aquí se lidian son auténticos búfalos comparado con el ganado que les ha correspondido en América. Un ganado elegido por ellos que, al parecer, les ha hecho muy felices engañando a personas muy humildes.
Me parece muy bien, hasta lo aplaudo, que un hombre jugándose la vida se haya hecho rico; pero que esa riqueza y esa fama sea utilizada como arma engañosa de cara a los aficionados de América matando novillitos en vez de toros, siento vergüenza de ser español y mucho más, por saberme aficionado a los toros. Claro que, en Venezuela apenas hay comida para las personas, siendo así, ¿cómo va haber comida para los toros? Quizás por ello, ese sea el motivo para que se lidien animalitos imberbes en vez de toros. Que Dios nos pille confesados.