El novillo es el novillo y tiene poco que ver con el toro. Sobre este tema siempre se recuerda aquella reflexión que hizo algún novillero en San Sebastián, cuando todavía se celebraban el sonado concurso de novilleros, entre febrero y marzo, que congregaba a cerca de dos mil personas en los tendidos. Eran, desde luego, otros tiempos. La sentencia era: “cuanto te mira un novillo parece que te está diciendo: vamos a jugar. Cuando te mira un toro, te dice: te voy a reventar”. No obstante, cabría preguntarse si la máxima sigue vigente hoy en día. Si no será que el novillo, como joven que es quiere jugar y el toro al uso, como niño malcriado, no pretende otra cosa.
Viene esto a colación al ver los carteles de las ganaderías que se jugarán en Arnedo y que este portal tiene el gusto de anunciar. Es todo un elenco. Son carteles de esos que se mantienen en ferias de novilladas pero que de ninguna manera son posibles en ferias de toros. Azpeitia y alguna otra programan de ese modo. Pero son un espécimen raro en esto de las programaciones. Así nos encontramos con que entre los cinco carteles, sólo uno anuncia uno de los hierros que podríamos considerar comercialotes y todo lo demás, son hierros para valientes.
Encabeza Baltasar Ibán. Divisa que ha sido laureada en muchas ocasiones en la plaza de toros de la capital riojana ¿Dónde es posible ver hoy al hierro de Baltasar Iban jugando toros de lidia? Pues en muy poquitos sitios. Eso a pesar de que es un encaste legendario, que a penas ya se mantiene en el campo. No parece que las figuras se acuerden de estas cosas cuando hacen sus fundaciones, y mucho menos cuando programan sus temporadas. Suena a risa esa frase tan manida que utilizan de ser los perpetuadotes del toreo mientras en el campo hierros legendarios ven peligrar su futuro y su pasado.
Además de la mítica ganadería de Don Baltasar aparecen otras que uno ya clama por verlas en algún sitio, no ya sólo como corridas de toros sino en cualquier género de espectáculo. Así sucede con los Santa Coloma de Hoyo de la Gitana. Interesantes porque si bien hoy en día es, más o menos, cosa fácil ver este encaste en las plazas, resulta imprescindible conocerlo en todas sus proveniencias y lo de Pérez Tabernero está ya hoy casi en el olvido.
Hay también ganaderías, como la de Don José Escolar, que han conseguido encontrar un hueco en los denominados carteles duros de algunas ferias. Incluso hay alguno de los que se hacen llamar figuras que han abierto puertas importantes con ellos. A pesar de todos los peros que les ponen aquellos compañeros que observan la gesta y que necesitan justificarse, ante quien quiera escucharles, a la primera que les den la oportunidad.
Y eso es Arnedo. El novillo, el encaste, la variedad. Y el novillero. Y aquí es donde uno empieza a dudar. Y no por la capacidad de los que allí paseen sino por la clara intención que deben llevar en la cabeza de enfocar sus carreras de tal manera que ganaderías de este tipo toquen pocas, las menos posibles, a ser posible ninguna. Y en esas se reproduce la torería actual. Cuando los novilleros ya juegan a ser matadores de toros, a vestir de sastre fino y a desplazarse en cochazo. Y a tener las mismas pretensiones que las figuras, pese a lo nefasto que esas pretensiones para la fiesta.
