Tras todo lo que estamos viendo en los últimos días con relación a lo que ocurre en el mundo de los toros, definitivamente, tenemos que afirmar que España es el país donde más enfermos mentales existen por metro cuadrado. Biafra, por citar un país del tercer mundo, con toda seguridad que están más adelantados que nosotros.

Y lo digo con  conocimiento de causa porque, por el amor de Dios, que la noticia bomba de estos días en España haya sido que el diestro Francisco Rivera Ordóñez saliera a torear una becerrita con su niñita en brazos y que eso haya sido causa de la polémica más grande del mundo, como explico, ese hecho certifica nuestra pobreza mental; algo que viene a demostrar que somos un país de risa, que nadie nos tomará en serio mientras a una estupidez le demos la categoría de delito.

La foto que alarmó a todos los indeseables de España

La foto del diestro con su hijita en brazos ha desatado la polémica más grande, los odios más exacerbados, los insultos más impensables hacia un hombre que, cuyo delito, como vemos en la foto, no es otro que en un gesto simpático darle un muletazo a una vaquita con su hija en brazos. O sea que, con la de problemas que tenemos en España, con todo lo que se nos viene encima y, que lo olvidemos todo para centrarnos en una acción simpática de un hombre para que, desde distintos foros se le dé trato de delito, ciertamente, eso me preocupa mucho.

Es más, fotos como la citada, entre el gremio de los toreros, las hemos visto toda la vida y, lógicamente, no ha pasado nada. Claro que, jamás antes había anidado tanto odio y rencor hacia nuestra irrepetible fiesta de los toros; ahora, ya hemos visto, aprovechan la menor coyuntura para atacarnos sin piedad, para destruir una fiesta hermosa llena de gentes cabales.

Los que han criticado con saña la acción del diestro, ¿a quién querían defender a la vaquita que toreó el diestro o a su propia hijita? Ante todo, Rivera Ordóñez, como padre, seguro que es tan ejemplar como el primero, por tanto sabía lo que estaba haciendo que no era otra cosa que repetir algo que se ha hecho toda la vida; un hecho simpático sin ninguna trascendencia, a las pruebas me remito.

Si de peligro hablamos, el día que vimos cómo se derrumbaba un castillo de personas humanas, los llamados “castellers” de Cataluña en que, desde lo más alto, un grupo de niños se estrellaban contra el suelo y, nadie dijo absolutamente nada; eso sí, en aquel día resultaron heridos graves varios niños, pero dicha fiesta se sigue celebrando con el beneplácito de todo el mundo. ¿A qué pretendemos jugar?

Si todos los que criticaron al diestro se dedicaran a trabajar, a ayudar a los más necesitados, a velar por los seres humanos indefensos, otro gallo nos cantaría. Pero no, ya lo vimos, les puede el odio, el rencor y sacan todo el veneno que llevan dentro de sus cuerpos. Un odio que, como digo, podían transformarlo en humanismo para ayudar a lo que menos tienen.

El problema de estos progres apestosos no es otro que no tienen problema alguno, de tenerlo, cambiarían de actitud. Lo dicho, España es un país enfermo, es dónde más enfermos mentales existen por metro cuadrado. Ahora lo hemos demostrado una vez más.