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Pla Ventura |
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España |
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17/01/2005 ] |
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Nos han llegado los ecos de la reaparición de El Juli en México y, nada nos extraña porque, lamentablemente, en España, todos conocemos la trayectoria de este hombre que, sin alma ni arte, ha sido capaz de encauzar su vida como matador de toros. Un caso curioso el de este hombre que, con el bagaje de su valor y de su voluntad, ha logrado las cimas más altas, cuando menos, entre las gentes no entendidas y la juventud inexperta. Decía nuestro compañero en México que, El Juli, en su reaparición en Puebla, cosechó uno de sus más grandes fracasos y, como explico, eso no es ninguna novedad porque, como dice el compañero, además de no saber torear, ahora, ni pone banderillas que, era con lo que su carrera se fundamentaba. Ahora, como vemos, hasta los ciegos comprueban que, este hombre, sólo ha sido producto de una campaña de promoción bien llevada; un envoltorio hermoso pero que, su contenido, era totalmente vacío y nulo. ¿Cuántos productos se han vendido en el mercado por aquello de haber sido bien promocionados, aunque no hayan servido para nada? Pues muchísimos, es la gran verdad. Lamentablemente, en el mundo comercial, suele darse cita esta horrible circunstancia y, has comprado algo porque lo has visto en televisión; es decir, han sabido promocionarlo y, la gente, infantilmente, ha picado el anzuelo. A grandes rasgos, este ha sido el caso de este chico que, con toda la voluntad del mundo, con su mejor afición, con sus deseos de hacer las cosas bien, cada día, le sale todo peor. Como ya dije en su momento, si Roberto Domínguez, en calidad de apoderado, pensaba que con El Juli podría hacer un torero a su imagen y semejanza, se equivocó por completo; si lo que quería era llevarse un dinero fácil, en honor a la verdad, ha logrado su propósito. Desgraciadamente, al establecer la comparación oportuna y comprobar que, mejores que El Juli, han tenido que hacerse camioneros, eso entristece a cualquiera. ¿Qué ocurre? Lo que antes he explicado que, suerte que tengas que el saber poco te vale, dice uno de nuestros sabios refranes y, es verdad. Desde siempre, dentro de la torería, hemos querido ver a hombres que, en su menester, sean artistas puesto que, su trabajo, frente a la cara del toro, consiste en crear arte con sus telas rojas. Esta es la idea de todo aficionado a esta singular fiesta que, su arrebato, ante todo, viene dado, como explico, por la gran causa del arte; si todo eso no ocurre cuando un torero está frente a la cara del toro, se nos desvanece todo y se marchitan nuestras ilusiones. Por ello, con El Juli, pese a él y pese a todos los que le adulan, los aficionados, como ha pasado ahora en México, palpan la decepción tremenda que han tenido puesto que, en su día, plumas pagadas, mentían como bellacos para decirle al mundo que, con este hombre, estábamos ante un nuevo Antonio Ordóñez resucitado. Al final, es el tiempo, como ese juez que jamás engaña que, deja a cada cual en el lugar que le corresponde y, el lugar de este hombre no es otro que, saberse rico y famoso sin el menor atisbo de arte. Alguien diría que no tiene mérito lo que El Juli hace y, eso no es cierto. Un hombre que se pone frente a la cara de un toro para lidiarlo y, después matarlo, ello tiene un mérito tremendo. Nadie le quitará al muchacho su valor, su voluntad y sus deseos por agradar; pero si todo el mundo podrá criticarle que, como artista, es la primera nulidad de la tauromaquia actual. El toreo, la causa del arte que promulgamos desde esta bendita fiesta, por supuesto que no tiene nada que ver con lo que este hombre lleva a cabo todas las tardes. Quiero explicar que, nosotros, a la hora de juzgar a un torero, además de exigirle el arte como primer fundamento, se valoran otras cuestiones que, por supuesto, hemos alabado a otros toreros, de ahí, la expresión de los llamados toristas que, en definitiva, no son otros que, esos gladiadores que tienen que matar, por necesidad, ese toro fiero y asesino que nadie quiere y, con semejante animal, crear arte, suena a utopía. Es, como todo el mundo sabe, aquello de saber valorar al torero según el toro que tiene que lidiar. Lo que jamás se podrá entender es que, un torero como El Juli, con el medio toro de rigor que suele matar en todos los lados, los destroce a mantazos. Como estamos viendo una y mil veces, aquel que nos dijeron que era el “dios” de la tauromaquia, al final, como se comprueba, es solo un torero ilusionado que no convence a nadie y, con toda seguridad, el primer decepcionado debe ser él, de eso, no me cabe duda alguna.
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alejandro tellez lopez |
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17/01/2005 |
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suerte te de dios, lo demas. no importa. el juli aparecio en el momento exacto, cuando la gente pedia alguien como el. y como dicen, mas vale llegar a tiempo. que ser invitado, a su corta edad, conoce, la fama,la gloria, y la riqueza. si es buen, o mal torero,al tiempo.y al criterio de cada quien, los tiempos cambian, las costumbres, tambien. |
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