Mucho que construir. Ante el dilema planteado por el resultado de las elecciones en España, con el añadido del pulso que desde Cataluña se nos hace a todos los españoles, es el momento de construir, de aportar, de saber en qué momento de la historia nos encontramos.
Nada de lo que presumir pueden presentar los Sres. Rajoy y Sánchez, ambos con pérdidas de votos lo suficientemente amplias como para no poder mirar para otro lado, asi que toca realizar el examen de conciencia y tener altura de miras. Ambos partidos, PP y PSOE, se necesitan, los necesita España, y urge que sean ellos, sus dirigentes actuales, quizá los mayores escollos, los que deshagan el nudo que no para de apretar.
Nada de lo que presumir tiene Pedro Sánchez, cosechando los peores resultados de la historia de su partido, con intervenciones que avergüenzan no solo a los rivales, si no también a los suyos y tampoco es muy edificante la trayectoria de Mariano Rajoy, que si bien ha enderezado, en parte, el rumbo económico que dejó su predecesor, ZP, en el resto, corrupción, falta de cintura o de mano con Cataluña, etc., las lagunas más bien parecen mares.
Ante esa falta de crédito, en uno y otro, aunque por distintos motivos, lo que urge es dar el paso que desatasque la situación. Tampoco es que Albert Rivera, la tercera pata necesaria, pueda presumir de sus resultados, pero al menos está limpio su pasado y su presente, dando muestras de una sensatez y coherencia que es la que la situación requiere.
Desde el punto de vista de los españoles, en general, este joven podría asumir la responsabilidad de liderar este periodo de transición hacia una nueva era en la política española, pero mucho más podría ser la pieza que necesita el problema secesionista que tenemos encima de la mesa, aunando la credibilidad que supone defender España y la Cataluña española siendo catalán.
Los valores constitucionalistas son los que se precisan sumar y defender en estos momentos, sin alegres coqueteos con quienes pretenden dar alas a los independentistas -eso haría Sánchez con su pretendido gobierno de progres de todo pelo- y tampoco con quien esa batalla ya la ha dado desde su posición de gobernante sin resultados positivos. Ni una cosa ni otra arreglarán ese enquistado problema. Hace falta mano joven y nueva que aporte empuje y credibilidad a las acciones que se precisen.
Y para llegar a esa solución, que podría contentar a las tres fuerzas políticas, no deberíamos esperar los tres meses y pico que han esperado en Cataluña para quedar donde ya estaban. Urge la solución y sería lo más apropiado llegar a ella cuanto antes. Bien parece que sería la solución in extremis cuando no haya otra salida que nuevas elecciones, pero siendo así, para qué esperar. Ganaríamos todos.
En ese ganaríamos, añadimos que no sería un gobierno en funciones el que estuviera haciéndose cargo de los desafíos que desde el Parlament pronto nos llegarán mientras aquí seguimos de jaleo.
Ciudadanos tampoco es una fuerza política marginal, sus cuarenta diputados -Podemos son 42 si les quitamos los apéndices independentistas- reflejan una fuerza de juventud y de halagüeño futuro. Hace falta sensatez, tener la cabeza fría y la disposición para afrontar los problemas desde la serenidad y la firmeza. Es el momento de darle a España un cambio de verdad, de imagen, pero también de sentido común. Todos saldremos ganando... credibilidad, estabilidad y tiempo.
Ya que no hay nada de lo que presumir en los dos grandes partidos, sí podrían ahora presumir de haber sabido ‘coger el toro por los cuernos’, mucho antes de que nos puedan llegar las dolorosas cornadas.
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