Los políticos, por regla general, a la hora de pedir el voto, todos muestran su deseo por aquello de servir al pueblo al que dicen entregarse. Mienten como bellacos y, la mentira más grande nos vino dada hace pocas fechas en las Islas Baleares en que, dichos políticos aberrantes, sectarios, dictadores al más puro estilo castrista o madurista, han erradicado la fiesta de los toros de nuestras amadas islas. Si Dios no lo remedia, ahí habrá quedado para siempre ese monumento arquitectónico al que conocemos como el Coliseo Balear, un recinto maravilloso del que, dentro de nada, apenas nadie recordará.
Prohibir, esa es la palabra que usan esos nuevos políticos de la nueva hornada; sí, porque la llamada democracia la entienden si les favorece a ellos; como no sea de su agrado, caso de los toros, amparándose en el voto, deciden ellos por su cuenta y riesgo sin pensar si la decisión que toman es la correcta o todo lo contrario. Nada importa. Los dictadores no razonan, no consensuan, no comparten, no preguntan, no tienen otra verdad que no sea la de ellos.
El bello Coliseo Balear, al que dentro de poco se sembarán patatas en su ruedo
Pobres Islas Baleares que, como ha sucedido en tantos otros sitios, la tiranía dictadora de unos pocos ha roto las ilusiones de los miles de aficionados a la mejor fiesta del mundo que, como quieran ver una corrida de toros tendrán que desplazarse a Madrid, sencillamente porque Valencia o Alicante, como plazas más cercanas, están en peligro de extinción.
Cualquier partido político en el poder, cualquiera, podría ejercer la dictadura de prohibir; lo que fuere, pero el hecho de prohibir les “pone” como se dice ahora. Y digo cualquier partido pero, ya es casual que todos los que prohíben la fiesta de los toros son rojos, de izquierdas, radicales y, por consiguiente dictadores al más alto nivel. ¿Quién prohibió la fiesta de los toros en Cataluña? La izquierda revanchista.
Recordemos que en todos los sitios donde la fiesta de los toros está siendo amenazada de muerte, en todos esos lugares mandan gentes de izquierdas; gentes que se les entregó el voto por aquellos ciudadanos que, creyéndose los mensajes falsos que les prometían, de las promesas no han cumplido nada, pero sí han ejercido la dictadura que les corroía y, cuando han llegado al poder se han cargado la fiesta de los toros de un plumazo.
Dichos dictadores, además de ser malas personas, lo peor es que son malos gestores. ¿Desde cuándo la fiesta de los toros le cuesta dinero al Erario Público como sucede con el cine? El Estado, como tal, de los toros solo recauda cientos de miles de euros por el IVA aplicado en las entradas y, para colmo, los miles de euros que se pagan por los arriendos de las plazas de toros.
Pero esto que es de sentido común, esas gentecillas no lo entienden y, lamentablemente, como han llegado al poder aunque sea de mala manera, su primer cometido es atentar contra la fiesta de los toros, sin importarles para nada los millones de personas que todos los años acuden a las plazas de toros.
Como digo, ahora ha sido Mallorca, mañana será Alicante, luego, Valencia, amén de las otras plazas ya sentenciadas por esos grupúsculos de desaprensivos de izquierdas que, con el odio en sus entrañas, tenían que aflorarlo para que su condición de dictadores brillara al más alto nivel.