Se acercan las próximas elecciones  y los aficionados a los toros debemos de cuidarnos mucho de los cantos de sirena que algunos políticos nos puedan ofrecer. Cuidado que, un voto equivocado nos puede llevar a la hecatombe; lo que puede suceder es mucho más serio de lo que pudiéramos imaginar. Al respecto, como vemos, nos sobran argumentos y pruebas como para ir con mucho cuidado al respecto de nuestro voto.

De todos es sabido que los partidos de izquierdas, todos, sin distinción, quieren erradicar la fiesta de los toros como cultura ancestral que ha adornado a España durante siglos. Dichos partidos prometen libertad en todos los órdenes, pero ello no es otra cosa que la gran mentira que promulgan por aquello de engañar a millones de ignorantes; el que se quiera dejar engañar está en su derecho, pero los que abogamos por la continuidad de la fiesta de los toros, debemos de ir con mucho cuidado con las falsas promesas.

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La izquierda, como ahora se pronuncia, no es otra cosa que una dictadura disfrazada en la que se engañan a millones de ciudadanos prometiéndoles aquello que jamás les podrán dar. De que son dictadores al más alto nivel, lo dicen sus hechos. Y lo más sangrante de la “bendita” democracia no es otra que cosa que, ésta en su grandeza, permite que manden y rijan comunidades, ayuntamientos -y si  Dios no lo remedia, hasta España- cuatro desalmados que han hecho coaliciones entre sí y, con “media docena de votos” se juntan unos con otros y son tan estúpidos de decir que tienen la decisión del pueblo.

Al respecto, por todo lo que está ocurriendo en el espectro político, ya tenemos pruebas por doquier para aterrarnos con lo que hacen estos dictadores de izquierdas; ellos, con ese puñado de votos se las han apañado para gobernarnos a su antojo; es decir, para atemorizarnos con la dictadura establecida porque, hasta este momento, ningún gobierno de izquierdas, salvo los asquerosos mandatarios catalanes, nadie se había metido con la fiesta de los toros; es más, años atrás, dicha fiesta, hasta era ensalzada por los políticos de izquierdas.

Todo ha cambiado; ahora, a la izquierda, como dije muchas veces, se les sale el odio por la boca y lo que a ellos no les gusta o les molesta, lo erradican y se quedan tan anchos; atienden, eso sí, el mandato de las urnas. Hay que ser mal nacido para tener el valor de aferrarse a las urnas cuando en realidad, como dije, les han votado cuatro miserables despistados. Los toros, como sabemos, los tienen en el punto de mira.

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En Cataluña ya demolieron la fiesta de los toros; ahora le toca a Baleares que, como sabemos, ya la han declarado antituarina. Les seguirá, como han anunciado, Pontevedra, La Coruña, Alicante, Huesca y, sin duda alguna, en todos los lugares donde mande la izquierda dictadora. Será que los aficionados taurinos no pagamos impuestos, ¿verdad? Me sonrojo cada vez que oigo a un político de izquierdas en que, todos, es sus mítines de campaña, siempre dicen que gobernarán para todos; para todos los que piensen como ellos, como las pruebas nos demuestran.

La maldita izquierda, cuando llega al poder, como obsesión, ésta no es otra que prohibir, eso sí, lo que a ellos les sale de los cojones, no piensan en los demás; no son capaces de entender que, los toros, una fiesta que data de siglos, respetada y admirada incluso desde fuera de nuestras fronteras, podamos seguir amándola los que nos sentimos españoles y, como se adivina, aficionados a la fiesta más bella del mundo. Los dictadores actuales se apoyan en el sufrimiento animal, pero jamás he visto a ningún político de izquierdas ocupándose del sufrimiento de los seres humanos que pasan calamidades al más alto nivel. Eso sí, según me contaron, todos los de izquierdas se comen los cerdos crudos, ni se molestan en matarlos, como ocurre con las gallinas, los conejos y todo animal que nos sirve para comer, como pasa con los toros.

Cada vez que pienso que, en varias legislaturas voté a la izquierda del ínclito Felipe González, hasta siento rubor. De todos modos, aquella izquierda nos sabía a libertad y a prosperidad como así ocurrió, no como ahora que la izquierda nos ha traído nada más que miseria y desdicha, amén de la consabida dictadura. ¿Verdad que “podemos” votar a cualquier partido que no nos amenace con la desaparición de la fiesta de los toros? Nuestra es la decisión. Si nos equivocamos, luego no nos quejemos.