Madre de Dios, cómo somos ¿Y así queremos solucionar el problema? Si el país ya es una contradicción en sí, la gente que rige hoy la tauromaquia es, además de contradictoria, terriblemente vanidosa. Aquí no hay uno sólo que no pretenda tener protagonismo en el momento en que algo se mueva, mientras no sea el toro, claro está. Ahora, después de yanosecuántos intentos por protegernos, sale a la luz la creación de una fundación que va a empezar a poner los puntos sobre las ies en este revuelo social que hoy se ceba con el toro. Empecemos por decir que ni siquiera es fácil saber cómo se llama la citada fundación pues se ha citado con diferentes nombres. Al final, parece ser que es la Fundación del Toro de Lidia. Ya saben que en el toreo no se aprende de los fallos, así que vuelven a ponerse al frente, abanderados, nombres muy sonoros del taurinismo, y ni uno sólo de aficionados, gente que no esté en la pomada y que son quienes crean la verdadera esencia cultural del toreo. Manuel Chopera, Carlos Núñez y Juan Diego, no son representantes tanto de una cultura como de un negocio del que participan activamente y que se fundamenta en un acto cultural. Desde luego, tienen todo el derecho, e incluso el deber de hacer algo al respecto pero se vuelven a olvidar de los aficionados.
La creación de esta fundación ha hecho mucho ruido. Tanto que hasta ha habido quien se ha desmarcado de la misma, alegando escusas extrañas, reivindicando aquello que dijeron hace diez años y posicionándose como si fueran los únicos que lo dijeron. De lo que sucedió en Barcelona fuimos todos conscientes, y las críticas, antes y despúes, a determinados personajes del mundo taurino catalán y a sus posicionamientos y actitudes ante el cese de los toros no fueron en ningún lugar tan rígidas como en este medios, opinionytoros, y quizás en esta misma columna. Ver a Balañá, en televisión, jactándose del dineral que le iban a tener que dar por haberle cerrado la plaza fue, no sólo uno de los momentos más vergonzosos de la historia taurina –ojo, de la historia taurina- y también la demostración de lo que muchos aficionados intuíamos sobre buena parte del empresariado taurino. Así que a aquellos medios que se cuelgan las medallas, menos lobos y recordar que la calificación de medio de comunicación no la da la comercialización de la publicidad, sino la existencia de lectores.
En fin, que con el tema de la Fundación, pasa lo de siempre. Todavía no ha empezado a andar y ya hay quien se siente desautorizado, quien se siente atacado, quien ninguneado. Y entonces vuelve otra vez la pregunta ¿queremos defender la fiesta o queremos lucirnos? Pues es una duda, la verdad. Observemos cómo consideran en un portal de publicidad taurina cuáles son las causas que, como ellos dicen, han contribuido a frenar el toreo: Los pliegos de condiciones abusivos, léase dinero; Las políticas de quienes poseen las plazas, diputaciones o empresas privadas, léase dinero; El embargo económico del toreo, vuelva a leerse dinero; La defensa del ganadero que cobra el toro a precio de hambre, otra vez dinero y ahora también rapiña; Las políticas de repartos de plazas, medievales, como en Sevilla, más dinero. En fin, que la tauromaquia está hoy como está por culpa de cuestiones monetarias y de economía. Que si hubiéramos conseguido un pacto administrativo sobre todas estas cosas, porque hay que entender que la relación con la Administración Pública está detrás de casi todas ellas a excepción del pago al ganadero, ya no habría movimientos contrarios a la Lidia; la sociedad volvería a tener en cuenta el toreo; el toro sería el rey de la fiesta y el toreo simplemente el valiente que se enfrenta con él y no quién decide cómo se debe ‘fabricar’ a su adversario. El mundo de la cultura recordaría el toreo cada vez que realizara una acción, los políticos se dejarían el cuello por defenderlo y no habría salón en el que los caballeros no se quitaran el sombrero y las damas no hicieran una reverencia cuando entrara en él, no ya un matador, sino un aficionado. Anda venga, que dicen los castizos. Desde esas posiciones, quieren dar lecciones. Queda otra vez claro, les interesa la pasta, no piensan en la cultura sino como el elemento que defenderá sus intereses económicos.
