Los políticos que se autodenominan “progresistas”, no dejan de sorprendernos. Dedican todos sus esfuerzos a tratar de eliminar de cuajo, las raíces de sus con-ciudadanos, a romper los esquemas en los que se han cimentados las sociedades que aspiran a dirigir con el tiempo. “En río revuelto, ganancia de pescadores”
Esta “moda” o sistema gubernativo nació en América Latina, comenzó por implantarse y/o imponerse en más de un país latinoamericano, de la mano de populistas con poco o ningún conocimiento de política, bajo la batuta y las directrices del así llamado: “castrismo cubano”.
La causas son claras, estos son países que han vivido por muchos años bajo el poder de partidos políticos representados por personajes que han producido escasos resultados con sus manejos de la política, son pueblos que cansados, de la falta de respuesta en lo “conocido”, se lanzaron… a buscar caras y propuestas nuevas y esas caras y propuestas; una vez llegadas al poder y despojadas de sus caretas: han mostrado ser mil veces peores que, cualquiera de los pésimos gobiernos anteriores.
Los pueblos latinoamericanos son buen caldo de cultivo para el populismo, las condiciones socio-económicas, se encargan de abonarlo.
Son pueblos que poco se interesan en el acontecer político a menos claro está, que sea tiempo de elecciones. Son pueblos que votan por aquel que más ofrece, el que mejor habla, el que más los encandila con su verborrea intrascendente. No dedican tiempo a meditar las impactantes “frases de campaña “que suenan bonito y al final, ¡no dicen nada!, no se preocupan de entender las metas finales de los candidatos en la contienda política, si son buenos oradores y les llenan la cabeza con frases vacías que parecen decir lo que quieren escuchar; se conforman.
Un ejemplo: “la Patria ya es de todos”, frase que fue vital, en el ascenso al poder de Rafael Correa en Ecuador. ¡No dice nada, no significa nada, no muestra nada!, es un enunciado vago, como aquel que hablaba de “votemos por el cambio”.
Pocos fueron los que tras soplar la paja de la palabrería barata, comprendieron que no había contenido alguno en sus ofertas. El pueblo, acostumbrado al “caciquismo” desde que se reinstaló la democracia en el país, a finales de los 70s; se esperanzó en cambios efectivos en la manera de hacer política y se lanzó de cabeza por esta “nueva moda política” y tristemente… ¡así anda este pobre país!.
Comenzaron sistemática y pacientemente a arrancar de cuajo tradiciones, como fue la eliminación de las corridas de toros a la usanza española en ciertas ciudades, siguieron; enfrentando ecuatorianos contra ecuatorianos, prosiguieron callando, de la forma que fuera, la prensa libre, para continuar con la limitación paulatinade las libertades.
Una bonanza económica nunca vivida antes por este país, permitió al gobierno dilapidar miles de millones de dólares, en repavimentar algunas carreteras ya existentes, en aviones presidenciales, en inmensas obras (casi todas con sobre-precio), en multiplicar el sector estatal por tres, pero; cuando el precio del petróleo bajó; la casita de barajas comenzó a desplomarse y ahora mismo, se pretende romper la constitución (que redactara el partido de gobierno para durar trescientos años), por medio de la mayoría gubernativa en la Asamblea Nacional (Congreso) para que entre otras cosas; la democracia ecuatoriana, sea una copia fiel de la “democracia” cubana, donde desde hace sesenta años existe un solo partido y un solo candidato; permitiendo la reelección indefinida.
En América, como se ha dicho, el populismo no solo no sorprende; es el “partido político” más votado pero; que tenga cabida en esa España que, tan caro tuvo que pagar para tener la democracia sólida que hoy tiene, es ¡inconcebible!
Qué en esa España que, después de la debacle que dejó tras de sí el último gobierno socialista; se ha levantado a fuerza de coraje, sacrificio y esfuerzo, se esté dejando embaucar por politiqueros de reciente acuño como Iglesias y su “partido progresista”, nos deja sin palabras.
Que gentuza que quiere destruir las raíces mismas de esa España altiva y luchadora, esté llegando a ocupar puestos de cierta importancia, en el panorama político español, es algo que no podemos comprender.
España sobrevivió a la guerra civil y sus horrores, sobrevivió al franquismo y los suyos; se levantó altiva, dejando de lado intereses partidistas para convertirse en la democracia que es hoy. Luchó y vio morir gente inocente en manos de ETA y persistió en erradicar esa lacra de la sociedad española y con paciencia, con coraje y prácticamente lo tiene hecho.
¡Esa España tan aparentemente sólida en lo político, está cayendo de bruces en el populismo más despiadado!, ese populismo que ha destruido Venezuela, que lleva camino de destruir Ecuador, Argentina…
Ese populismo que en Bogotá se vio frenado por un gobierno “con cabeza”, respetuoso de las minorías.
¿De verdad España pretende tirar por la borda lo que tanto le ha costado tener?
¿De verdad España pretende dar poder a Iglesias y demás de su calaña que, han sido “asesores” y por tanto parte de los fatídicos gobiernos de Venezuela y Ecuador?
De ser así: ¡pobre mi España del alma!.
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