La crítica, por tanto, ya la tenían comprada. Aunque es absurdo llamar crítica a lo que se hace hoy en los medios taurinos ‘dependientes’. Uso este término porque en más de una ocasión alguno de los publicistas que a esto se dedican han citado a medios como el nuestro, o como el de ese aficionado que ha montado un blog, como medios ‘independientes’. Es muy difícil seguir manteniendo una farsa como la que tienen montada durante tanto tiempo sin que a uno, o a muchos, se les escape una inconveniencia. Como decíamos, el tema funciona hoy en día a base de propaganda ¿de qué viven sino esos medios que todos conocemos? Del dinero que les dan por publicidad aquellos a los que en teoría tienen que juzgar. La cosa no es muy ecuanime. Aun así, de pronto surgió aquello del Juli con Andre Viard. El torero dejó muy a las claras lo que opina que puede hacer la crítica; no ya elevar a un torero tras una corrida desastrosa sino acabar con su carrera antes incluso de que se haya celebrado el festejo. El Juli no cree en críticos sino en propagandistas, y ese día se le escapó. Es un concepto el del Juli que viene generado por la costumbre y abuso. Pero lo de Viard fue pecata minuta comparandolo lo de Moles que ya sí era un aviso en toda regla. Y el que más y el que menos pensó: si esto sucede con el sobalomos de Moles, qué no podrá pasar con otros. Esos han sido los dos grandes avisos, a la crítica y a la narrativa, también a los profesionales veteranos.
Con las empresas la cosa no empieza en Sevilla, qué va. Empezó cuando los elegidos para la gloria empezaron siendo diez y se dieron nombre de unión de estados poderosos, su vanidad es así. El problema de entonces fue la televisión. Ahora lo de la tele ya no les preocupa, sólo se afanan en cambiar al locutor de siempre por uno con menos experiencia y menos prejuicios. Lo de la tele fue una sustancial gilipollez porque la mayoría de los empresarios a los que los elegidos amenazaron eran además sus apoderados. Así que todos se echaron atrás. Pero era necesario hacer más ruido y entonces surgió aquella discusión pública vía epistolar que mantuvieron Roberto Domínguez y Manuel Choperita. Ustedes ya recuerdan. También allí, como quien no quiere la cosa, se presentó al torero de este apoderado como un hombre de política, capaz de mediar ante Esperanza Aguirre para hacer la tripartición empresarial de Las Ventas. Y ya luego, llegó lo de Sevilla. Las empresas hoy deben estar acojonadas cuando empiezan las negociaciones con este grupúsculo.
El camino espinoso del toreo iba haciéndose de baldosas de césped mullido con tanto tejemaneje. Las tramas principales del golpe estaban dadas. El poder económico y el cuarto poder estaban ya domados, y sometidos. Ahora se trataba de insistir, no hacer como en la ocasión de la tele, cuando tuvieron que salir todos por patas del grupito de diez. Y la insistencia era, dar a entender que las cosas se arreglaban en Sevilla, que ellos estaban poniendo todo de su parte para luego decir que no, que no hay entendimiento. Ya tenemos los dos poderes dominados, sometidos, el toro a favor, el camino allanado pero ay, ay, ay. Como aquellos valientes irredentos de la aldea gala, el público de Madrid seguía manteniendo el bastión del toreo, la cátedra que se le ha llamado. Maldita sea su estampa, decían los apoderados en los salones de los hoteles a quiénes se acercaran a escucharlos. Son antitaurinos, añadían. Así no se puede hacer nada. Eso opinaban ellos pese a que quien más y quien menos se había ido alguna vez de esa plaza por la puerta de los éxitos. Entonces no se acordaban de tanto aficionado exigente y molesto. Este año ese público se ha ido, el camino de baldosas de césped ya no tiene losetas sueltas y los sometidos se han lanzado a cantar las ventajas que esto va a tener en el toreo.
Y así hemos llegado hasta aquí y nos falta el año que viene para ver cómo evoluciona esto de los golpes de estados que estos señoritos están haciendo, con alevosía porque si es fácil dar un golpe de estado en algún sitio es allí donde los estados flojean. Verán que no hemos hablado del toro ¿Para qué? Lo que pasa en el campo lo conocemos todos. En toda esta urdimbre hay dos daños fundamentales. Uno se lo hacen a la fiesta que desde su forma real les hace daño. El otro se lo hacen a todos los sometidos que pasan a una situación de indignidad que sólo ellos son capaces de soportar, todo por cuatro duros y un par de abrazos en los salones.