Por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, nos hemos visto obligados a ver San Isidro en “diferido” o lo que equivale a decir;“ a toro pasado”.
Mientras duró la Feria, nos abstuvimos de ver noticias referentes a ella porque, queríamos tener la mente en blanco para ver las corridas que pudiésemos, sin la campanilla de lo ya escrito o, lo ya dicho.
Desgraciadamente se nos quedaron algunas corridas en el esportón pero; hablando por las que hemos visto, diríamos que:
En lo positivo; triunfó Juan del Álamo, chiquillo al que venimos siguiendo desde que, como novillero; se presentó en Quito; cuando en esta ciudad había libertad y respeto a las tradiciones.
Valieron, la oreja Miguel Abellán y la del novillero Gonzalo Caballero porque, se la labraron a pulso. Talavante cortó una oreja, a fuerza de sudarla, en la primera vez que lo vimos, con el “Ventorillo". No compartimos la oreja de Daniel Luque, que si bien estuvo valiente, supo entender a su toro y se llevó un porrazo monumental; a la hora de matar; borró con el codo lo que había hecho con la mano y a pesar de eso el público le premió.
Sin duda la mejor faena que logramos ver de este San Isidro, la instrumentó Sebastián Castella a un fabuloso toro de “Alcurrucén”
El “invitado de plomo”, el viento; fue un enemigo de muchas faenas en la Feria y nos quedaron muchas dudas de, cómo hubiesen sido ciertas faenas si Eolo no se hubiese presentado.
Y fue uno de esos mansos de libro el que le propinó una cornada espeluznante a Jiménez Fortes. Aquí cabe aclarar que hemos visto toros por muchísimos años y esta cornada es de las más espeluznantes que hayamos visto.
El serial llamado “torista”, ese por el que siempre apostamos, ese que es nuestra primera ilusión en San Isidro fue un fracaso completo, no cumplió ni una sola de las ganaderías.
Todos estamos acostumbrados a la dureza de esas corridas, todos sabemos que con ese ganado; faenas de apoteosis… pues ¡pocas son!.
Pero ¡hombre por Dios! de eso a, ver un MIURA, desplomarse y echarse en la arena de la Plaza de las Ventas, hay un abismo, ¡deplorable!
Vimos cosas buenas, no tan buenas y malas y volvimos a preguntarnos: ¿porqué exige Madrid toros tan desmazaladamente grandes, si visto está que luego; son pocos los que dan juego?
La actitud del “7”, la mayor parte del tiempo es exasperante, lo critican todo, algunas veces con razón y otras sin ella. Supuestamente son los más entendidos de las Ventas y sin embargo, en este 2015 los vimos pitar cuando los toreros daban el pecho a toros mansos y descastados, como si juzgaran solamente el lucimiento y no el mérito que tuvieron muchas faenas que, por el pésimo juego del ganado o, por los dichosos aceros; no tuvieron premio. Llegamos a preguntarnos, ¿si resucita “Manolete”, lo pitarían también?
Nos quedamos con muchas faenas de las que no tuvieron premio pero que, fueron de un valor inmenso, nos quedamos con “Sueño” y por sobre todas las cosas; ¡nos quedamos con las lágrimas de un valiente, “Rafaelillo”!.
Nos quedamos con esas lágrimas en las que se mezclaron la frustración, la serenidad del deber cumplido, de desahogo de la tensión acumulada en esos eternos diez minutos en los que, se jugó la vida con cada muletazo.
Esas lágrimas fueron el mejor premio que pudo llevarse, ¡su propia dignidad torera, enaltecida!.