Tres más que no molestarán. Ese es el caso de Eduardo Gallo, Sebastián Ritter y Rafael Cerro. Les han frenado en seco. Para ello trajo la empresa una corrida de Pablo Romero que, ni está Pablo ni queda romero, sólo un Partido de Resina totalmente desprestigiado. Una pena.
Ahí estaban los tres en fila, con sus ilusiones a cuestas
Así, con semejante material es imposible todo lucimiento; y mira que los chicos lo intentaron. No pudo ser; además, era imposible. ¿Por qué muchas de las ganaderías legendarias que se lidian en Madrid, en provincias o en Francia sí sirven para los toreros? La pregunta se las trae; pero no olvidemos que por ejemplo, Cebada Gago, el pasado año indultó un toro. ¿Lo entiende alguien? Pues es una bendita realidad. Como decía, la única explicación que le encuentro a este asunto no es otra que el frenazo en seco para los espadas actuantes.
Como explico, todas las ganaderías duras y legendarias, sin distinción, obtienen triunfos sus lidiadores; es decir, salen toros para cortarle las orejas. Ahí está Cuadri, sin ir más lejos, que el pasado año lidió uno de los toros importantes de la temporada, justamente en Valencia, en la que Rafaelillo estuvo cumbre. Claro que, todo esto sucede en provincias y, de forma concreta en plazas francesas.
Como si de una orden severa se tratare, todos los ganaderos traen a Madrid lo peor de la dehesa y, a las pruebas me remito. O sea que, las ganaderías duras pueden valer, caso de Miura que, dentro de poco ya la matarán las figuras, El Juli ya lo intentó hace dos años en Sevilla. Pero lo de Madrid es puro maleficio.
No quisiera estar en la piel de los lidiadores de ayer, tres esforzados hombres que, por culpa de los toros vieron cómo se derrumbaban todas sus ilusiones. Y si ellos supieran que, en los años setenta, las figuras se daban palos por ver quien toreaba los toros de Pablo Romero en Madrid, ahí está El Viti, lleno de vida, que nos podría hablar al respecto. Ahora, como vemos, no queda nada de aquella prestigiosa ganadería, murió para siempre. El sepelio tuvo lugar ayer en Madrid.
¡Qué difícil es ser torero! Aparentemente, muy complicado, yo diría que casi imposible; pero de repente, si los hados de la fortuna se sientan a tu lado, hasta puede ser lo más sencillo del mundo. Claro que, los hados, a modo de empresarios, tienen sus caprichos particulares, pero para un reducido número de hombres que, ni ellos mismos sabrán cómo y de qué manera han llegado a la cúspide. En definitiva, como todo en la vida, suerte que tengas que el saber poco te vale.
Foto: Muriel Feiner