S.I.15.- Dos calificativos que se usan mucho en el lenguaje taurino: Quieto, parado.
Lo cierto es que el primero suele aplicársele al torero y el segundo al toro, aunque es muy raro que se puedan usar al mismo tiempo. Además, en un caso es una virtud, quieto, la que se aplica al torero y en el otro, parado, se usa para el toro como defecto. Pero es verdad que se usan con mucha frecuencia.
Hoy, sin embargo, en una rara coincidencia, se ha utilizado simultáneamente para los dos, torero y toro. ‘Quieto… parao’ ha sucedido de forma extraña e inusual en el sexto, un sobrero de José Luis Pereda. Correteaba el toro por el ruedo mientras Luque esperaba a que pudiera llegar a su jurisdicción. El toro lo hizo cruzando el albero y cuando se encontraba a cuatro pasos y ante la inactividad del diestro sevillano que no desplegó el capote, el toro aplicó un dicho nuevo: si él quieto, yo parao. Así sucedió y duró bastantes segundos ante la incredulidad y sorpresa de quienes lo veíamos.
Vino al trote el toro y a esa distancia, viendo que Luque no citaba, dijo: Parao
Si el torero estaba impertérrito el toro le respondió del mismo modo, recordando a Don Tancredo, que decían que estando quieto el toro pasaba de ti; la diferencia está en que pasaba y este se ha puesto frente a frente como indicando ‘usted primero maestro’. Lo primero que he pensado es que éste, que no los titulares del Puerto, tenía, de entrada, fijeza y más tarde, al abrir el capote, prontitud. Sin darnos cuenta le aplicábamos al sobrero condiciones positivas por encima de los cinco lidiados hasta entonces.
No nos equivocamos, resultó ser el que más facilidades ofreció a la terna y en concreto correspondió al sevillano Luque. No tuvo mal embroque aunque no buen final, pero repitió a los cites y hasta que se acabó fue el que mejor juego ofreció. Fruto de ello resultó lo más parecido a una faena de la tarde, aunque no fuera muy brillante tampoco. Una petición minoritaria y ruidosa, que ahora abundan en esta plaza, no fue atendida por D. Justo Polo. Un sobrero, tan denostados siempre, fue una vez más el mejor de la tarde, como pasó hace unos días con ‘Lenguadito’. Aquél dicho de mejor no devolver que lo que hay dentro siempre es peor, es un tópico más de los que circulan en el taurinismo.
El resto de la tarde fue un tostón. La mansedumbre de los del Puerto, también su irregular e incierto comportamiento, anularon las posibilidades de brillantez de sus matadores. Recordando, lo hacemos con un quite de Luque en el segundo, por chicuelinas con un remate de mucha cadencia soltando el capote y algún muletazo suelto al natural de Abellán. Añadimos un par de banderillas de Ferrera en el segundo donde no es que se asomara al balcón, sino que el balcón se le vino encima a él, pasándole los pitones de abajo arriba por delante de su cara.
Muy poco que reseñar en esta nueva tarde de San Isidro, donde los toros aburren y los lidiadores se aburren con ellos. A recordar también las dificultades que pasó Luque para matar al manso mansísimo de su primer enemigo, al que no mató con la espada, sino descabellando después de una decena de pinchazos.
Mañana llega el cartel más esperado de la feria, al menos para los del clavel y gin-tonic. Solo esperar que los de Alcurrucén ofrezcan algo más que los que salieron días atrás y no tengamos que lamentar una de esas tardes de las figuras.