La maldición de la fiesta de los toros la tenemos sobre nuestras cabezas como un estigma insalvable. Es decir, si analizamos, cuando llegan las figuras aparecen los toros inválidos y, a partir de dicho instante, la miseria es el caldo de cultivo de la propia fiesta. Ayer, todo un ejemplo de lo que digo.
En las primeras corridas de toros de la feria de Madrid, por supuesto con nombres menos sonoros que los de ayer, siempre salió el toro, con más o menos bravura, pero con apariencia de toros. Y se cortaron varias orejas por parte de sus lidiadores. Pero llegan las figuras y la fiesta se derrumba. Que no se preocupen los anti taurinos que, la fiesta nos la cargamos nosotros, no necesitamos de la ayuda de nadie del exterior, desde “casa” la exterminaremos.
Urdiales, aún así, dio buenos muletazos
Lo triste de la cuestión es que, un torero lleno de pureza y verdad como lo es Diego Urdiales, invitado de honor ayer con los Cuvillos, le buscaron la ruina al completo; sí, porque Diego es la pura exposición de la verdad frente a un toro auténtico y la parodia no va con él; es decir, con el toro medio muerto, Urdiales es la sombra de sí mismo, dígase, la miseria en su más viva expresión. Menos mal que le quedan dos corridas en la feria, la de Victoriano del Rio, en la que tengo ya muchas dudas y la de Adolfo Martín que, es ahí, justo ahí, donde Urdiales podrá ratificarse a sí mismo. De haber tenido firmada solo la corrida de ayer, especialmente diseñada para las figuras, el de Arnedo no toreaba ni en Logroño.
Sebastián Castella tuvo la suerte de hacer bueno el refrán que dice, no hay quinto malo. Pero cosas del destino, no era del hierro titular puesto que lo habían devuelto. Salió el de El Torero y, como si de un milagro se tratara, al del Torero, le dio por embestir y Castella dio una lección de pulcritud y bien hacer; sin alma, pero todo muy bien hilvanado, hasta el punto de lograr una oreja.
Estaba claro que la corrida se montó para las figuras puesto que, Talavante, sin opciones, hizo lo que pudo, más bien poco; tampoco aquello daba para más. Eso sí, no pasa nada; Talavante tiene la etiqueta de figura y puede hacer lo que le venga en gana que nada se le censurará, a nivel de despachos me refiero. Una más, cuando los aficionados madrileños dirán, una menos, por Dios.
Duele en el alma, como explico, lo de Diego Urdiales. Tras lo visto, todo el mundo tiene derecho a pensar si en realidad le quisieron hacer un favor o pretendían arrinconarlo para siempre.