S.I.15.- Eso es, un espejismo. Cualquier parecido con una corrida de verdad es pura coincidencia o es que estamos ante quien de tanto buscar el agua empieza a tener espejismos en el desierto.
Valga el símil para decir que el encierro enviado a Las Ventas hoy o es una tomadura de pelo o simplemente alguien, algunos, o muchos, están viendo espejismos. De una invalidez supina, el encierro de Núñez del Cuvillo bien podía haber vuelto completo de nuevo a los corrales. Es seguro que hubiéramos salido ganando.
Cuando arrastraban a 'Lenguadito' la gente ovacionada lo mejor de la tarde
Así lo certifica el sobrero salido en quinto lugar, de la ganadería de El Torero, y que ha puesto las cosas en su justo valor. Un toro, cuando menos, debe tener casta para acudir en busca de los engaños, si además lo hace planeando como lo ha hecho éste la satisfacción es máxima. Pero debe tener fuerzas y motor, ambas cosas.
A este le hizo una faena Castella, con oficio, con seguridad, con solvencia, pero ayuna de todo lo demás. El toro soñado cayó en sus manos y el francés le dio debida réplica, templando las codiciosas y templadas embestidas, pero como si faltara algo más. Un espejismo para muchos, que viendo repetir al toro, tras la desastrosa tarde vivida de inválidos, creían estar ante el toro y el torero perfecto. El toro era de el torero, esa era la aparente razón: lo había traído él de su casa; así se podía desprender por las facilidades que le dio.
Le pidieron la oreja y se la dieron, hubo petición mayoritaria, pero en el aire quedó que una era poco para tanta bondad brindada en sus embestidas.
Podremos decir que Urdiales pudo sacar muletazos buenos a su segundo, ligeramente menos inválido que su primero, pero fueron contados y la mayoría de las veces de uno en uno ante la falta de celo y fuerzas del cuvillo. Gustaba la forma de hacer el toreo del riojano, quien había brindado a Curro Romero, pero era otro espejismo de lo que debe ser un toro para hacer una buena faena en Madrid.
Con Talavante lo que pareció un espejismo es que se pareciera tan poco al del día anterior y es que sin toro no hay torero, por mucha figura que sea, que pueda elaborar un trasteo medianamente decente e hilvanado.
La suerte de varas, como pueden imaginar, otro espejismo más.
Lo que no fue un espejismo fue de ver de nuevo en la plaza al Rey Emérito Juan Carlos I, acomodado en su sillón de preferente. Dos veces seguidas de un rey en la plaza es la primera vez en la historia moderna que se produce y, claro, pareciendo otro espejismo no lo era, era toda una realidad de que por sus venas corre sangre de aficionado. Cualquier día podrá incluso protestar la indecencia de una corrida como la que nos han enviado hoy.