S.I.15.- Seguimos igual. Tras de una semana, comenzamos otra de la misma manera. Nos preguntábamos ‘¿Y ahora qué hacemos?’ el primer día y nos lo seguimos preguntando, la diferencia es que los aficionados ya tienen la respuesta: Aguantarse, no tiene solución.

Una oreja más para las estadísticas de San Isidro 2015. En este caso el beneficiario ha sido Miguel Abellán. Ya van siete. Y no crean que tenemos nada contra el corte de orejas, mañana en la de rejones es fácil que se corten tantas como las que se llevan hasta ahora, lo que pensamos es que el listón de Las Ventas se ha convertido en un tontón, de ahí el que se concedan tantas.

Le comentaba a un compañero a la entrada que esa es la línea que se desea. A nadie le importa que bajen los abonos, pues de esa manera hay más gente de paso que entra en la plaza. Y decir de paso, es decir poco docto en la materia, ignorante de lo bueno, lo regular y lo malo. Gente aplaudidora sin otras objeciones a lo que sucede en la lidia. Sin capacidad para discernir es más fácil dar rienda suelta al triunfalismo.

La ovación más fuerte de la tarde: para este brindis de Abellán al equipo médico

El cartel de hoy reunía en un solo día a triunfadores del pasado año: La ganadería de Parladé, Perera y Fandiño que abrieron la puerta grande y Abellán que obtuvo trofeo. Hoy, como si se le debiera una oreja al madrileño, se le ha concedido a la primera de cambio, sin que la faena tuviera estructura para pasar el examen. Parte de la plaza se ha enfadado, pero ya se les pasará y si no es así lo aconsejable será que dejen ese abono de decenas de años y ese escaño donde se han doctorado en Tauromaquia en la Universidad de Las Ventas.

Los quieren sin conocimientos y, poco a poco, lo van logrando. Cierto es que hizo mucho viento y ese es el peor enemigo de los toreros, por encima de los toros lidiados que las dificultades las han presentado, precisamente, a favor del viento. En lo demás colaboraban evitando emociones y acrecentando el que los trasteos perdieran fuelle.

La disposición de Abellán y Fandiño puede estar fuera de duda. Si fuera fútbol el resultado sería: Portagayolas, 4; Perera 0. El vizcaino y el madrileño pugnaron en la puerta de chiqueros con hacerse con el favor del público y es cierto que quien lo logró fue el del Atlético de Madrid (se oyó ¡Viva el atleli! en la plaza). Fandiño hizo más bien de portero al revés en ambas ocasiones, pues para no parar con el pecho lo que se le venía encima, optó por sendas estiradas.

También a Fandiño debieron darle una oreja en el último. Ni fueron menos los méritos ni los pañuelos que la solicitaron, pero no debe sabe contar el Sr. Cano ¡cono!.

Fandiño quiso volver a ser el que era antes del domingo de Ramos y puede ser que en el sexto se notara parte de la recuperación. Por decisión, por disposición, el de Orduña, que resultó feamente golpeado al entrar a matar, quedando un tiempo inerte en el suelo (la plaza no está para estos sustos en el último toro dos días seguidos), logró, aunque a rachas ofrecer aplomo y nervios. Finalmente, pudo matar el toro y la petición no prosperó en el palco. Lo mismo ya con una concedida en el día de hoy había bastante, cubierto el cupo, por eso de ir administrando los trofeos.

En realidad, y con ese viento, lo mejor no será juzgar a los toros y los toreros con excesivo rigor, ya que para vencer las ráfagas ni se pudieron elegir terrenos ni los trastos pudieron estar controlados. Cada uno a su manera planteó el resolver la doble papeleta de toro y viento. En ese juicio, a lo mejor alguno salió ganando y otro perdiendo, no lo podemos saber.

Foto: Muriel Feiner