Los taurinos de España, ante los ecos de lo que está pasando en México, mucho me temo, tomarán las debidas lecciones porque de sus decisiones, con toda seguridad, responderán sus bolsillos. Si un cartel de máximas figuras apenas congregó un cuarto de plaza en la México, en cualquier plaza de nuestro país, puede ocurrir lo mismo y, lo que es peor, que en la pasada temporada ya ocurrió cuanto digo; eso de que tres figuras del toreo congreguen a dos mil personas, además de ridículo, da la medida de que, lamentablemente, todos aquellos que creen ser figuras, no llenan plaza alguna y, sólo les salva, a los que tienen mucho cartel, el santo patrón de cada pueblo o ciudad.
En cuanto a los montajes de las corridas, es del género absurdo, cuando, a primeros de temporada, presenciamos eso que llamamos “montajes” dicho de forma genérica; es decir, entre “todos” montan la corrida y, sea lo que Dios quiera. De semejante parodia estamos hartos y de lo que queremos librarnos es de estos mezquinos montajes que a nadie favorecen; ni siquiera a los ilusionados – o iluminados- diestros que creen que, con semejantes parodias podrán arreglar sus respectivas carreras. Ser torero, como se sabe, es una carrera de fondo y, nunca una casualidad del destino; por todo ello, el que siga creyendo que gastándose un dinero que no tiene, para no interesar a nadie y no lograr nada positivo, ante todo, debería de quedarse en casa tranquilito puesto que, a esos montajes a que aludo, nadie les invita.
Y serán los empresarios que organizan las grandes ferias quiénes deberán atarse los “machos” puesto que, la “gallina de los huevos de oro” hace tiempo que la mataron. Será todo cuestión de organización coherente y con la verdad por encima de todo; las burlas o mofas, por figura que se sea, han pasado a mejor vida. Recordemos que, el pasado año, entre otros descalabros, El Juli, anunciado a bombo a platillo en la plaza de Barcelona, al comprobar que se habían vendido mil entradas al medio día de la corrida, instó al empresario a suspender la corrida porque, según decía, había llovido y, la lluvia no era otra cosa que, la falta de público que, como se demostró, dicho torero, en un domingo cualquiera, no interesaba a nadie. Y esto le ha pasado a El Juli, a Ponce, a Rivera Ordóñez y a otros muchos que, fuera de las ferias, a pesar de tener popularidad en las pantallas televisivas, como toreros, no le interesan a nadie; salvo a la media docena de devotos que, como está comprobado, acuden a cualquier festejo.
Todavía quedan ingenuos que, infantilmente, creen en las fobias de los aficionados cuando, como se sabe, el aficionado y espectador taurino, es el ser más agradecido del mundo; en pocos espectáculos hemos visto llorar a las gentes de emoción y, en los toros, cada vez que se dan cita las circunstancias apropiadas, la gente, hasta llora de emoción. Esto, inenarrablemente, puede dar la medida de la gratitud del espectador hacia lo que ha contemplado en el ruedo. Algo muy distinto es cuando el aficionado, por tonto que sea, comprueba que se le ha robado la cartera; ahí no traga ni Dios ni el diablo.
Entenderemos que se caiga un toro, que se lesione o que pase cualquier circunstancia fortuita dentro de una plaza de toros; ahora bien, lo que me temo que nadie está dispuesto a tolerar es que nos tomen por tontos y nos den toros afeitados y con presencia de novillo, todo ello, para uso y disfrute de aquellos que, con letras grandes, se autocalifican como matadores de toros. Pensamos que, estas actitudes nefastas de algunos taurinos, poco a poco, irán cambiando y, nosotros estamos aquí para concienciar a las gentes. Nuestra tribuna, como reza nuestro editorial y rezuman todas y cada una de nuestras páginas, lo dicen bien claro; sólo nos motiva la lucha por la verdad, y la autenticidad del toro y el toreo. Afortunadamente, según nos cuentan las estadísticas, a más de uno hemos concienciado; en ello estamos.