La fiesta brava vuelve a verse vapuleada después de que los miembros de ERC presentaran una enmienda en el parlamento catalán para eliminar toda violencia de los festejos taurinos que se celebren en su autonomía. Dicha enmienda plantea la reforma de esa Ley de Protección de los Animales que defiende y respeta a éstos más que a las personas; en Cataluña, maltratar a un perro está más sancionado que abandonar a un anciano en la calle. Queda claro que el salvajismo tiene múltiples facetas. Los republicanos catalanes proponen quitar del espectáculo la suerte de varas, las banderillas y la muerte del animal, que no morirá en el ruedo pero sí en los mataderos de la plaza. Acabar con las corridas de toros es algo que preocupa y ocupa a ERC de manera desmesurada, por encima de cualquier otro aspecto político. Para ello trabajan con ahínco, despacio pero constantes, firmes y directos hacia el objetivo. Cataluña quiere destruir la fiesta de toros y todo parece indicar que lo pueden conseguir. Basta mirar las actuaciones realizadas al respecto en los últimos años para observar que el tema no llega ahora a la palestra sino que lleva en ella demasiado tiempo.
Una vez que la noticia ha saltado al ruedo de los medios, con poca difusión por cierto, el colectivo taurino ha puesto el grito en el cielo y echándose las manos a la cabeza se pregunta indignado cómo puede estar pasando esto. Ante el lloriqueo constante uno no puede evitar hacerse la pregunta: ¿Cómo es posible que no se hubieran dado cuenta de que tarde o temprano esto llegaba?. Pongámonos en antecedentes: Al hilo de la noticia de la Declaración de Barcelona, abril de 2004, un responsable de la Generalitat declaraba a ABC la creación de un “comité de expertos” que analizara las posibilidades de prohibir la fiesta en las provincias catalanas. Sea cual fuera el resultado de las investigaciones de este comité de “sabios”, sí era seguro que se legislaría contra el sufrimiento de los animales en los cosos y a favor de la eliminación en ellos de toda violencia. No es necesario ser demasiado inteligente para poder leer entre líneas que el objetivo a largo plazo es la eliminación de la fiesta y a corto la suspensión de las suertes. La falta de visión de los taurinos contrasta con el exceso que de ella tiene la Generalitat, que sabe que el rito termina en el momento en que se desvirtúe el símbolo del toro. La eliminación de los tercios supondrá la falta de trapío del animal, la reducción de edad y la degradación de sus facultades: es muy difícil lidiar un animal de cuatro años sin pasarlo por el caballo. Cuando rompan el símbolo del toro, cuando consigan que la fiesta parezca una mojiganga, cuando el público entienda que todo cuanto acontece en el ruedo carece de emoción porque el toro no impone y pierda interés por el hacer del torero, entonces la fiesta habrá desaparecido. De nada servirá ya el veredicto del “comité de expertos”, todavía por nombrar.
Conocido el problema y sus consecuencias, al aficionado taurino le queda preguntarse cómo preparar su defensa y qué posibles acciones planean los suyos. En este mundo del taurineo existe la costumbre de trabajar de forma reactiva, actuando al recibo del golpe, lo cual hace perder muchos puntos ante el adversario. Tanto ERC como la Generalitat lo hacen de manera contraria, trabajan proactivamente: toman la iniciativa, se anticipan a los acontecimientos para influir en ellos y así parece ser que salen las cosas. Observemos la sucesión y evolución de sus acciones: hacen pública su contrariedad a la fiesta; Ley de prohibición de acceso de los menores a los cosos ¡incluso acompañados por sus tutores!; Ley de Protección de los Animales; Declaración de Barcelona; Enmienda de Ley y paso definitivo ¿Cómo se ha defendido el mundo del toro de todo esto? Manifiestos de las diversas asociaciones taurinas en contra de cada acción y una lista de firmas contra la Declaración de Barcelona: reaccionando, sin previsión. Una gestión proactiva de los acontecimientos siempre es superior a cualquier gestión reactiva que por norma surge tarde pues implica primero la recuperación ante el golpe recibido y después la respuesta.
Ante estos sucesos expuestos, el profesional taurino permanecía despreocupado, aferrado a esa suficiencia que le caracteriza, negándose a ver un futuro que tenía a medio palmo de su cigarro puro, sin advertir que su espectáculo estaba siendo sometido a un verdadero acoso y derribo. El mundo del toro empezará pronto a aferrarse a los tablones de un naufragio y sin embargo las voces del toreo seguirán dando la impresión de navegar en el transatlántico. Como si todavía nos encontráramos a principios del XX queriendo soñar el toreo eterno, a pesar de saber que hay quien luchará con uñas y dientes contra esa eternidad ¿Qué encontrarán los detractores enfrente? Suficiencia y gestión reactiva. Terreno fácil para allanar y echar sal.
Quejas y reproches no son sino mecanismos de defensa, nunca respuestas a un ataque serio. Minusvalorar al contrario por su falta de conocimiento y cultura taurina es poco efectivo. La paradoja es que estos antitaurinos catalanes, apoyados por los de toda España, saben muy bien cómo hacer daño y no dudan en poner en práctica sus conocimientos destructivos. Saben que cuando destruyan al toro han destruido la fiesta y eso es mucho saber para alguien que no entiende de esto. Es radicalmente falso que trabajen en pos de la Ley de Protección de los Animales. Trabajan en contra de la fiesta. La mejor protección del toro está en el reglamento taurino, en el campo bravo y en las plazas de toros. Ellos lo saben. El interés por cumplir el objetivo es tan grande que el cinismo es uno de los medios justificados para tal fin. No es importante pararse a analizar los porqués, pues el daño ya está encima, sino cómo reaccionar de manera proactiva y eficaz.
Ándense con ojo todos aquellos que piensan que la enmienda no florecerá pues no es sólo idea de ERC, sino también de la Generalitat y ya los acontecimientos nos han enseñado bastante como para seguir dejando los asuntos en manos del destino. La amenaza siempre ha ido en serio. Pero hoy cobra más cuerpo que nunca.