Estimados Reyes Magos:
Bien sé, que ahora mismo, estarán llenos de muchísimas peticiones de tantos niños que dan luz y alegría a este mundo; no osbtante, tomándome el atrevimiento de manera confianzuda, les pediría que ustedes hicieran un paréntesis en su andar, para leer tan solo unos minutos mi humilde misiva.
México... un país compuesto por cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados de extensión territorial, cerca de 110 millones de hispanoparlantes... como población, que ha sido la conjunción de dos razas... la indígena así como la española, que dieron como resultado un mestizaje, que, ahora mismo, predomina en este país.
A esta unión también se sumaron tradiciones de una cultura popular que han prevalecido a pesar de los casi 5 siglos que estarán por cumplirse en un par de décadas.
Una de ellas... ¡la taurina! La afición por la Fiesta Brava, que ha ido evolucionando, y en esta evolución... ha dado frutos importantes. Fundamentalmente, cuando a principios del siglo XX nació y se consolidó don Rodolfo Gaona, quien con su incursión tanto en México, España, Francia y Sudamérica, no sólo abrió a la tauromaquia mexicana las puertas del mundo, sino, que, como dijo el maestro Pepe Alameda... universalizó al toreo mismo.
Luego han venido sumándose a la historia del toreo mexicano tan extraordinarios toreros como por ejemplo: Pepe Ortiz -quien por cierto estuvo en la despedida de Gaona como sobresaliente- Fermín Espinosa Saucedo "Armillita El Grande", David Liceaga, Jesús Solórzano, Luis Castro "El Soldado", Lorenzo Garza, Silverio Perez, Humberto Moro, Fermín Rivera, Alfonso Ramírez "El Calesero", Jesús Córdoba.
En fin, tantos que ahora mismo y por ser tan necesariamente breve la carta, con el fin de no entretener tanto su viaje, se me escapan del archivo de sastre de la memoria... muchos más.
Pero también en estos años se ha consolidado la Cabaña Brava Mexicana, desde aquellas primeras reses bravas del Marqués de Saltillo que llegaron a México para San Mateo, hasta alguna que por accidente se quedó después de un festejo en Piedras Negras; y en todas las demás ganaderías que felizmente se derivaron de estas dehesas madres.
Esto nos habla, sin lugar a dudas, de que México... país, no ha estado al margen del desarrollo y evolución de la tauromaquia mundial, sino que ha sido parte fundamental, aportando al mundo taurino: ¡Toros y Toreros!, por supuesto... de primerísimo orden.
Ha sido en las últimas tres décadas del siglo anterior, que comenzó cierta decadencia en cuanto a la presencia del toro, si bien es cierto que Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera, Mariano Ramos, Antonio Lomelín, conformaron una quinteta de diestros que multiplicaron los festejos en toda la geografía mexicana, también es cierto que para esto y con el fin de tener un panorama más cómodo... ¡el toro decreció en la apariencia de su edad y su presencia!... ¡comenzó a "rejuvenecer"!
Y lamentablemente la generación que les siguió, capitaneada por Jorge Gutiérrez y Miguel Espinosa... simplemente se mantuvieron, no hicieron nada por renovar y remontar nuestra tauromaquia nacional. Siguieron en una especie del sueño de los justos.
Pero el accidente más grave que ha tenido nuestra fiesta ha sido justamente en la última década del siglo XX y en estos primeros años del pequeñajo XXI, en donde un señor impuesto por la dedocracia... Rafael Herrerías, ha logrado casi aniquilar la fiesta taurina mexicana.
Un señor que sin tener argumento para ser empresario, se le dio la responsabilidad de supuestamente dirigir los destinos de la plaza mayor del mundo, y sólo la fue llevando a la total decadencia.
Las autoridades mexicanas... jefes de Gobierno de la Ciudad de México, desde Cuauhtémoc Cárdenas, pasando por Rosario Robles hasta llegar con Andrés Manuel López Obrador, han sucumbido ante la incontenible autorregulación que ha impuesto de facto el innombrable empresario en la Monumental Plaza de Toros México.
Una autorregulación en la que tanto la tradición, asi como el entorno legal... todo hace ver, porque los hechos así lo demuestran... no tienen cabida, sólo prevalecen los caprichos del innombrable empresario del coso mayor del mundo, así como los de sus jefes.
Se dice que acabar... asesinar a la cultura... a las tradiciones populares, es un crimen de lesa humanidad, porque son estas (las tradiciones... la cultura popular) la que le dan fundamento a un país, por su historia. Y quienes atenten contra las tradiciones de la cultura, en este caso de la cultura popular, deberían de ser juzgados con la mayor severidad y ser desterrados, al país que los quiera aceptar.
Pregunto a ustedes mágicos seres... ¿merece algún castigo quien está acabando con la tradición taurina mexicana? ¿quien se burla tarde a tarde sin tasa ni medida del público, de la legalidad y de la tradición?
Al margen de su respuesta, estoy seguro que sí, pero como todo hace ver... las autoridades no actúan, y en un acto de reflexión... una reflexión plena de madurez, ha sido el público... los aficionados los que han tomado la justicia, y están tratando de recuperar su fiesta, a pesar de todo.
Por eso, señores Reyes Magos, me permití distraerlos, para pedirles que a todos esos maravillosos aficionados, a ese extraordinario público taurino, le regalen mayor fuerza, más vigor, más entereza... todo el valor necesario, para que sus reclamos sean escuchados por esa verdad en la que está fundamentados; y si es necesario regresar a todo los bureles que salgan de las puertas de toriles por impresentables, que... ¡así suceda!
Es que no se ve ninguna otra forma de recuperar la fiesta taurina mexicana.
Que si el señor Ponce, los señores Capea, Caballero, El Juli y demás malos emisarios españoles, no saben respetar una de las maravillosas herencias culturales de España para hispanoamérica, y no quieren ni desean respetar a México aportando verdad a nuestra fiesta, a nuestra herencia cultural...que sea el público el que les recuerde que todos merecemos respeto, y los obliguen a respetar.
Sólo devolviendo la seriedad del auténtico toro íntegro, así como el indiscutible respeto a la tradición cultural y al marco legal, nuestra fiesta volverá a brillar... como sin duda, una vez lo hizo con luz propia.
Reciban como siempre... todo mi respeto.
José Mata